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dera política, [de] un proyecto de vida nacional en grande, tro filósofo es un estado de cosas que caracteriza como de
[de] una norma pública a la vez elevada y compleja (“Poder “rebelión de las masas.” Esta situación, remacha Ortega, es
social” 141). 12 totalmente inadecuada para “una buena ordenación de las
Desde este enfoque, la cultura aparece como un ámbito cosas públicas,” pues la masa “ha venido al mundo para ser
de verdad, a diferencia de la política, que es el “imperio de la dirigida, influida, representada, organizada” (Rebelión 257).
mentira.” O, en forma alternativa, Ortega alega que la cultu- Lo que Ortega plantea en este paso es la conveniencia de
ra es aquello que es previo a la política, su “subsuelo” (Rebe- limitar la soberanía política del hombre-masa —el cual,
lión 102). Esto explica que el intelectual aparezca como un a pesar de todas las ambigüedades calculadas, podemos iden-
“minero” que recorre las galerías subterráneas de la cultura tificar sin mayores problemas con las clases bajas—, y ello
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para descubrir lo que sus compatriotas son en realidad (Re- debido, fundamentalmente, a su incapacidad cultural e inte-
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belión 102). No puede extrañar, por ello, que el intelectual, lectual.
representado en forma eminente por el filósofo, dada la “per- De hecho, la manifestación más cabal de la incapacidad
fecta inutilidad” de la filosofía, sea caracterizado de “profe- del hombre-masa se expresa en su rebelión, acontecimien-
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ta” (Rebelión 217, 370). to que Ortega etiqueta con la locución “politicismo inte-
Y, por supuesto, cabe peguntarse, ¿qué verdad encuentra gral,” una situación social caracterizada por la politización
el intelectual-profeta en las minas de la cultura?, y, en base de todos los ámbitos de la cotidianeidad. Según Ortega,
a ello, ¿cuáles son sus sugerencias acerca del destino más de- esta centralidad de la política en la vida de las personas tiene
seable para la comunidad? Pues bien, lo que descubre nues- consecuencias importantes, pues la política termina despla-
zando la religión, el conocimiento y todo aquello que es
apto para “ocupar el centro de la vida humana,” de donde la
12 El diagnóstico del mal de España y los correspondientes antídotos ya pérdida de “soledad e intimidad” (Rebelión 103). Por supues-
están presentes en España invertebrada (1920-1922). En este caso articu- to, se trata del desplazamiento de la cultura.
lado todo ello en torno a la noción de “particularismo,” con especial énfa-
sis en el particularismo de clase: “La única forma de actividad pública que Si volvemos ahora al modelo de intervención pública
al presente, por debajo de palabras convencionales, satisface a cada clase, es que nos propone Ortega, será fácil deducir que su objetivo
la imposición inmediata de su señera voluntad; en suma, la acción directa no puede ser otro que el de reconducir al hombre-masa a su
[cursiva en el original]” (61). estado anterior a la rebelión, o sea, a despolitizarlo. Y lo que
13 Perspectiva análoga a la que Cercas mantiene al asociar el arte con la
complejidad.
15 Esta lectura explicaría la simpatía que muestra Ortega por François
14 Alusión a la autonomía del intelectual que funciona dentro de un cam- Guizot (1787–1874) y el grupo político de los doctrinarios, que, hay que
po social en el que no está supuestamente en juego la obtención de capi- añadir, eran partidarios de una democracia censitaria.
tal económico.
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012