Page 197 - Revista0
P. 197
para la conducta a las que se puede recurrir” en todo que ver con la esfera política. El problema no reside sólo,
tiempo o lugar (Rebelión 293). 11 como dice en La rebelión de las masas, en que “[s]er de la
izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas ma-
Dada la aparente coherencia del modelo y la intensa presen- neras que el hombre puede elegir para ser un imbécil” (102),
cia de Ortega en la vida pública de su tiempo, no deja de sor- sino que el intelectual debe luchar incansablemente para ob-
prender que algunas mentes agudas terminaran por pasar un tener el poder social del que, según Ortega, sólo disfruta el
juicio muy severo acerca de todo ello. Me refiero en particu- político:
lar a una anotación de los cuadernillos de apuntes de Manuel
Azaña, el presidente de la República: Así acaece que en España, por ejemplo, el hombre político que ha
sido gobernante o está en propincuidad de serlo goza de un enor-
Usted [en referencia a Ortega] es un hombre de gran tem- me poder social. Cualquier mequetrefe que durante veinticuatro
peramento literario, sensibilidad retórica refinada, acaso un horas ha asentado sus nalgas en una poltrona ministerial queda
poe ta, pero en sus ensayos orientadores sólo se sacan para dojas, para el resto de su vida como socialmente consagrado. Todos los
arbitrariedades, antojos y caprichos, que a veces son una maravi- resortes específicamente sociales funcionan en su beneficio [pu-
lla de factura, pero con frecuencia alarmante un galimatías mag- blicado en 1927 en El Sol]. (“Poder social” 125)
nífico de frases felices y absurdos históricos y jurídicos [citado en
Santos Juliá]. (228-229) La preeminencia social del político tiene, según Ortega, con-
secuencias desafortunadas. La razón estriba en que el poder
El comentario parece indicar que puede haber problemas en social del político procede del grupo social que lo apoya y
el programa de intervención pública de Ortega en conexión no del poder espiritual, de la energía mística y simbólica que
con el primero de los pasos reseñados más arriba; es decir, la sociedad en su conjunto puede llegar a depositar en ciertas
en esa labor de descubrimiento de principios e ideas reser- personas. Y, al parecer, sólo el “escritor u hombre de letras y
vada a los intelectuales. Y esto nos da pie para terminar este ciencias” posee las cualidades necesarias para ser el receptácu-
comentario sobre Ortega con una serie de consideraciones lo de tal poder (“Poder social” 133). La situación se califica de
críticas. “deplorable,” dado que a España sólo la puede salvar la “seria
En primer lugar, no podemos perder de vista que la no- colaboración de los intelectuales.” Lo que nos sugiere Orte-
ción de ‘intelectual’ que maneja Ortega descansa obsesiva- ga es que los políticos, debido a su incapacidad para acceder
mente en una indisimulada entina contra todo lo que tiene al auténtico ser nacional, sólo alcanzan a “inventar historia
por puro golpe de vista,” soluciones “primarias, toscas, de
mesa de café.” Los intelectuales, por el contrario, gracias a su
11 El ejemplo concreto al que se refiere Ortega es el derecho, pero el es-
quema se puede abstraer para aplicarlo en forma general, que es lo que “escuela” y “preparación de intelecto,” tienen conciencia de
acabo de hacer. que España es una sociedad vieja necesitada de “una verda-
196 197
Revist a de alces XXI Número 0 , 2012