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ción, de consuelo. Al final, Adela no sale de su dormitorio vez que incita a los demás miembros de su pequeño colecti-
y se pasa el día mirando imágenes destructivas en su orde- vo a pensar de otra manera en ella, su manera de enseñar, sus
nador. Enrique compara el estado de su propia casa con el deseos y sus criterios. La desunión y unión de Goyo y Elo los
cáncer: mantienen también despiertos, honestos en su relación, cómo-
dos y amantes, pero sin dar nada por sentado. Goyo (en un
Todo parece tranquilo en esta casa de un barrio bastante bueno, mail a Enrique) resume claramente los procesos de construc-
pero no hay ninguna tranquilidad: la amenaza llega a cada ha- ción y destrucción y el papel de la casa en ambas:
bitación, penetra nuestros cuerpos. Dicen que el cáncer empie-
za cuando una célula madre intenta responder a cierta agresión
del entorno. ¿Te das cuenta? Nosotros ni siquiera la hemos per- De Manuela, tu mujer, puedo decirte que se ha convertido en
cibido, pero nuestra célula sí lo hace y reacciona provocando el una especie de referente para mí. En contra de lo que dictarían
tumor. Puede que eso mismo o alguna otra cosa igual de dura su edad y circunstancias familiares y laborales, ella asume que su
esté sucediendo ahora en el cuerpo de mi mujer, de mis hijos, en vida no está pensada, ni echada como la suerte. Tú dices que ha-
mi cuerpo. Un tumor maligno, una enfermedad degenerativa, brías preferido la estabilidad. Pero el mundo se mueve, Enrique, y
un síndrome que destruye los nervios, un aneurisma mortal, un eso no es culpa tuya ni mía. (102)
brote psicótico. (239-40)
El acuario de Enrique, el estancamiento de su pensamiento
Este email de Enrique a Goyo es análogo a la voz colectiva de sobre la función de la casa, se contrasta con las ideas de Ma-
los comunicados del ser colectivo intercalados en la narra- nuela, quien “imaginó que aún era capaz de imaginar el cuar-
ción de la novela. Es decir, Enrique puede concebir a un co- to como un compartimento de tren que se movía con ella
lectivo, pero se basa siempre en el paradigma de la familia, dentro, atravesaban kilómetros de tierra a oscuras, pueblos
sin extenderse más allá de la casa familiar y sin permitir que apagados, cruzaban ríos” (106). Es exactamente esta inter-
los miembros de ese pequeño colectivo cambien o evolucio- sección entre los deseos a pequeña escala de Enrique y la lu-
nen. Los emails entre Enrique y Goyo también subrayan la cha colectiva lo que motiva la narración e impulsa a los per-
necesidad de ir más allá de un discurso polarizado entre iz- sonajes, aun a los personajes menos pensados, a vincularse y
quierda y derecha (89-91 y 254-55), de subvertir estas dico- a entablar conversaciones tal vez inesperadas entre sí. Goyo
tomías poderosas para que podamos ver a (y existir en) los hace eco de Rundle, quien plantea lo siguiente, “Is space
demás. something or nothing?” (“¿Es algo o nada el espacio?”; 212),
La destrucción de las expectativas tradicionales alrede- al escribirle a Enrique: “Entre tú y yo hay una zona de inter-
dor del hogar se realiza a través de la conciencia de los perso- sección y puede que sea enorme, Enrique. A lo mejor cada
najes, la contradicción de estos mismos y sus escapes (litera- uno piensa que es muy pequeña, como la yema de un dedo
les) del hogar. La ida de Manuela logra despertarla a ella, a la
o poco más. Y a lo mejor es lo contrario...” (85). Por un lado
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012