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Futuro  mismos plantaron. Custodiamos y sembramos semillas del

 Christine M. Martínez  futuro. El futuro se cultiva. 

             No hay un futuro único; existen múltiples futuros, un


 La capacidad de imaginar un futuro deseable y vivible es   “pluriverso” de mundos posibles. En el siglo XXI, se ha des-

 esencial para cualquier práctica ecopedagógica. ¿Qué futu-  mentido el mito del progreso perpetuo basado en los avances

 ros queremos? ¿Qué herramientas, valores e historias son   tecnológicos, la apropiación colonial de espacios y recursos


 necesarios para cultivar estos futuros? Hago estas preguntas   y la explotación de combustibles fósiles. Frente a la pérdi-

 a mis alumnas al final del curso que enseño sobre el cómic   da de este sueño que tanto motivó a artistas, empresarios y

 y la crisis socioecológica. Frente a las duras realidades que   revolucionarios modernos, y con el triunfo del neoliberalis-

 promete el cambio climático en el siglo XXI, este ejercicio   mo, algunas voces desde el norte global han proclamado la

 permite que consideren sus propias habilidades y potencia-  “pérdida” del futuro. La pérdida del futuro futurista prome-


 les y aquellos de las comunidades que habitan. Lo que suele   tido por las máquinas y la velocidad se diferencia de la expe-

 resultar es una multiplicidad de visiones de futuro que van   riencia del no futuro vivido en ciertas comunidades del sur

 más allá de los futuros distópicos y catastróficos imagina-  global: comunidades desarticuladas y saqueadas por el capi-

 dos en las películas y noticiarios, de los futuros mercantili-  talismo globalizado, siglos de colonialismo, la degradación


 zados de la economía global —ver trabajo—, y de los futu-  de condiciones ambientales o guerra. En estas comunida-

 ros irreales e injustos propuestos por el capitalismo verde y   des la reproducción de la vida humana se ha hecho insoste-

 su ideal de desarrollo sostenible.   nible o apenas soportable. Al mismo tiempo, por ejemplo,

 El futuro es una abstracción y una realidad a la que ac-  algunas comunidades indígenas o de ascendencia africana


 cedemos a través de la imaginación y la atención a nuestro   en las Américas han sobrevivido durante siglos en presen-

 entorno. Se refiere no sólo al porvenir —lo que está “por   tes precarios que sus antepasados muy probablemente ha-

 venir”— sino también a los mundos posibles que nos mo-  brían entendido como futuros apocalípticos. En el momen-

 tivan y las posibilidades de continuación y transformación   to de imaginar y cultivar futuros vivibles para el siglo XXI,


 de la vida humana y no humana. El futuro se halla en el po-  hay mucho que aprender de la experiencia de estos grupos,

 tencial de la vida para adaptarse, transformarse, sanarse y   pensando, por ejemplo, en los lazos comunitarios, las eco-

 seguir adelante. El futuro no es lo opuesto del pasado; jun-  nomías alternativas, los valores y los saberes que han hecho

 to con el pasado, el futuro es prueba de que somos parte de   posible su supervivencia durante generaciones.


 historias y procesos de vida que van mucho más allá de no-

 sotros; se encuentra en las luchas de nuestros antepasados,

 en las visiones que les motivaron y en las semillas que estos






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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  7 , 2025
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