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entre lenguas cercanas como el italiano y el español, lo cual el asunto de su libro: Nuestro Padre San Daniel (1921) y El
es manifiesto de la riqueza semántica de la obra de Laforet. obispo leproso (1926). Las tres novelas tienen por protago-
En su análisis, Luca Cerullo se apoya en un marco teórico nista a una mujer llamada Paulina y tienen contenido reli-
que se basa en la idea modular de Woloch y en el concepto gioso. Sin embargo, a pesar de la intertextualidad, se subra-
de espacio-personaje. El noveno capítulo de este libro estu- ya el paso más allá hacia el feminismo de la autora, sobre
dia la presencia de figuras secundarias en la novela La isla y todo en las tramas secundarias.
los demonios (1952), segunda obra de la trilogía publicada En el capítulo trece, Rosa Navarro Durán analiza otra no-
por la autora. La trama principal de la novela se centra en vela de la autora que a menudo ha sido pasada por alto por
el proceso de emancipación de la joven Marta Camino. Sin la crítica, La insolación (1963), destacando los temas signifi-
embargo, la narrativa adopta un enfoque coral, utilizando cativos y delicados que aborda. La historia gira alrededor de
una narración en tercera persona y dedicando capítulos en- un adolescente llamado Martín Soto y se sitúa en los años
teros a personajes que no son Marta. Esto permite explorar 40, específicamente durante un verano. A pesar de tratar te-
diferentes escenarios y otorgar distintos niveles de relevan- mas como la homosexualidad del joven Martín, la reacción
cia y luz a las historias y personajes secundarios en la obra. violenta de su padre y la obsesión del teniente Eugenio por
Tres ensayos se centran en la tercera novela de la autora, la masculinidad, lo que Navarro Durán destaca en esta no-
La mujer nueva, concebida como parte de una trilogía fe- vela es su final abierto, que ofrece un rayo de esperanza para
menina empezada por Nada en 1944, y continuada doce el protagonista.
años más tarde con La isla y los demonios; particular rele- Al volver la esquina (2004) forma parte de una trilogía in-
vancia cobran los elementos de intertextualidad presentes acabada que comenzó con La insolación y que se iba a com-
en una obra que a menudo ha sido desfavorecida por la crí- pletar con Jaque Mate, que Laforet nunca terminó. Encon-
tica. En el cuarto capítulo, Patrizia Prati por primera vez tramos en ella a un Martín mayor. El análisis de María Luisa
ofrece elementos para reflexionar sobre la influencia de la Sotelo Vázquez en el capítulo catorce se centra en los meca-
Divina Commedia de Dante sobre la escritora catalana. De nismos de la memoria y la poética narrativa de Carmen La-
la misma manera, Samuel O’Donoghue analiza en el capí- foret en relación con la mirada. Sotelo Vázquez se propone
tulo once el diálogo que Laforet entabla con la poesía mís- examinar los “recuerdos desechados” que residen en el tiem-
tica española, sobre todo el Cántico espiritual (1622) de San po interior y subjetivo, almacenados en el subconsciente del
Juán de la Cruz. Finalmente, Roberta Johnson, en el capí- personaje Martín. En el capítulo quince, el estudio de Ire-
tulo doce, compara la novela La mujer nueva con dos obras ne Mizrahi sobre la misma novela se distingue al ser el úni-
españolas del autor alicantino Gabriel Miró que, a su pare- co que aborda la cuestión racial en la obra de Carmen La-
cer, constituyen unas posibles fuentes de inspiración para foret, con un enfoque particular en el episodio de Brigitte,
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024