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ción y recepción literaria de una época que va más allá de franquismo, así como [la necesidad] de evidenciar y superar
las fechas oficiales de la dictadura y de su enclave geográfi- lecturas herederas de la dictadura sobre los textos sanciona-
co. Por eso, los editores del libro enfatizan el uso de “litera- dos por la misma” (17). Insisto, pues, esta colección de artí-
tura bajo el franquismo” (énfasis mío) entendiendo que los culos resulta reveladora en muchos aspectos: además de ser
tentáculos de la dictadura ejercieron más allá de su “lugar un bálsamo contra la decepción académica que algunas su-
de enunciación [y] trasc[endieron] las fronteras del Estado” frimos ya bien entrados los 90, rellena huecos, aclara con-
(18). ceptos y ambigüedades, enmienda perspectivas. Es una guía
A juzgar por el diseño de la cubierta (oscura y con una la que se adentra en las entrañas de una época para desvelar las
imagen de una especie de rompecabezas de libros desde un intrigas, contradicciones y enredos que impusieron una for-
plano cenital), Poéticas y cánones literarios bajo el franquis- ma de pensar que sigue vigente.
mo parece un libro más sobre los temas recurrentes que han Los dos primeros artículos, que se pueden leer a modo de
atraído la atención de la crítica en los últimos años en rela- diálogo, exponen, el primero, el surgimiento, desarrollo e
ción con la literatura durante la dictadura: la existencia de la influencia de la historiografía literaria de Menéndez Pelayo
censura, producción literaria desde el exilio, el control ideo- mientras que el segundo se centra en la estilística de Dáma-
lógico, etc. Pero, como anuncié arriba, resulta que no. Edi- so Alonso. Ambos artículos ponen de manifiesto la rigidez
tado por Fernando Larraz y Diego Santos Sánchez, en este intelectual de los filólogos al negarse (o al hacerlo de for-
volumen se proponen doce artículos de diferentes investi- ma muy tangencial) a incluir otras perspectivas de estudio
gadores donde se profundiza acerca de los temas ya men- y dialogar con otros modelos que habrían podido contri-
cionados, entre muchos otros, a la vez que se concentra en buir a la heterogeneidad de la crítica literaria, es decir, a una
lo que los editores llaman “anomalía” como hilo conductor. aproximación más precisa de lo que sucedía en el terreno de
Para Larraz y Santos Sánchez, el canon literario español es- las letras. Por ejemplo, Valeria de Marco, en el artículo que
tablecido en época franquista sigue vigente hoy en día, pues abre el volumen, menciona que “la historiografía incorporó
la crítica y la historiografía literaria han analizado la litera- al canon peninsular a los poetas cuya obra ya era reconoci-
tura “como si la dictadura no hubiera ocurrido” (12) y sin da antes de la Guerra Civil, caso de Juan Ramón Jiménez,
tener en cuenta que la distribución y consumo de literatura Jorge Guillén, Cernuda, Salinas, Lorca y Alberti” (43). Sin
de ese momento se darían a partir de “una nueva serie de re- embargo, la historiografía franquista trata la obra de estos
glas que alterarían irremediablemente el que habría sido su autores como si no hubieran recibido influencia de los mo-
desarrollo natural” (14). Con este libro tienen el objetivo de vimientos de vanguardia, deja fuera sus textos escritos en y
ofrecer una visión más amplia y heterogénea de la produc- sobre el exilio (se excluye toda obra que pueda hacer alusión
ción literaria española que incluya “textos proscritos por el a la Guerra Civil), creando un aura de uniformidad. Un
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024