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y, como se dijo anteriormente, marcó un cambio cualitativo ha-
cia grandes proyectos de reestructuración. A nivel ideológico,
las Olimpiadas suturaron el abismo que separaba la política ur-
banística minimalista del primer gobierno socialdemócrata de
la política maximalista y populista de Maragall y su equipo. In-
vocando los Juegos Olímpicos como pretexto, se abrieron calles,
se construyeron circunvalaciones, se levantaron hoteles, prolife-
raron las instalaciones culturales y deportivas. (Mi trad.)
Aunque se implementaron políticas para hacer de Barce-
lona una ciudad post-industrial, Gallecs siempre resistió a
esos embates financieros, gracias a la lucha de sus habitan-
tes. Si de un lado estas ciudades son pensadas y rediseña-
das para el consumo capitalista, del otro en La plaga se lu-
cha contra ese modelo de consumo y de producción. Como
aclara Martí-Olivella, el primer nivel metafórico que apare-
ce relacionado con el título y con el espacio, casi irónico, es
la lucha del campesino Raül por mantener su cosecha eco-
lógica (se rehúsa a usar productos químicos) ante la plaga de
la mosca blanca que ataca sus cultivos orgánicos. Esta epi-
demia se produce precisamente gracias a la terrible sequía
que constantemente se señala en la narración. Es un vera-
no agobiante, con temperaturas de entre 30 y 35 grados, en
que las lluvias parecen no llegar nunca. Este primer azote
que acecha es, claro está, aquella más global, “la del global
warming o escalfament global que pateix el mon avui des-
prés d’un procés d’industrialització imparable i de destruc-
ció constant dels recursos naturals” (“la del global warming
o calentamiento global que sufre el mundo hoy después de
un proceso de industrialización imparable y de destrucción
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Revist a de al ce s XXI
constante de los recursos naturales”; mi trad.; “El nou” 139).
El calentamiento global es justamente una consecuencia de
la mano del hombre y su relación con el planeta, sistemáti-
ca y desgarradora, y que ahora acecha, como una epidemia
irreparable, a la humanidad.
Además, el documental puede leerse como un tributo a
esta fortaleza vecinal y solidaria, a la vez que remite a una
de las formas de narrar la crisis en España después del 2008.
Pablo Valdivia en “Narrando la crisis financiera de 2008
y sus repercusiones” señala que la crisis financiera que co-
menzó en 2008 en España fue, además, simbólica. Anota
que una situación de crisis también implica un momento
de ruptura, conlleva una renovación y una reconsideración
de las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales
hegemónicas hasta ese momento. Esta fractura trae también
una necesaria construcción alternativa de esquemas ideoló-
gicos y simbólicos con los que una sociedad opera de mane-
ra colectiva e individual dentro de un contexto determina-
do (21-22). Por eso Valdivia subraya que la crisis financiera
de España conforma una crisis también simbólica, donde
sus ramificaciones y mecanismos discursivos desajustaron la
sociedad española toda, hasta el punto de que parecen “fue-
ra de sitio” utilizando el concepto derridiano. Así, en esta
coyuntura donde no solo la economía está interconectada
sino también la cultura, aflora un conjunto de respuestas
sociales, culturales, políticas y económicas. A la vez, se pro-
ducen procesos de reajuste de estructuras que han sido, y
están siendo, conformados bajo un nuevo paradigma de re-
laciones sociales configuradas en torno a parámetros y crite-
rios fijados a nivel transnacional, que a su vez remiten a ló-
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Número 6 , 2024