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lo que fue la Guerra Civil y su dictadura franquista. En su
discusión de la historia y la memoria de la Transición, Ca-
rolyn P. Boyd describe esta actitud hacia la memoria como
algo que proviene de la culpabilidad que sienten los españo-
les ante su propia complicidad y deseo general de evitar un
“enfrentamiento” con los implicados (135). Esto, natural-
mente, ha resultado en la continuación de una falta de re-
conocimiento para las víctimas del siglo XX en España. El
pacto de olvido, formalizado en el año 1977 con la Ley de
la Amnistía, prohibió la persecución de todos los crimina-
les de guerra. Muchos de los generales de Franco siguieron
ocupando puestos prominentes dentro del Gobierno espa-
ñol y la historia colectiva de España se transformó cons-
cientemente en una “tragedia colectiva” sin culpa asignada a
ningún bando ni a ningún individuo. La memoria fue, en-
tonces, transformada selectivamente para apoyar un deter-
minado propósito tanto político como social.
Sin embargo, 45 años después, esta tendencia hacia el ol-
vido ha provocado simultáneamente lo que Colmeiro lla-
maría una “obsesión” con esta pérdida de identidad (20). La
eliminación de la memoria del discurso político nacional ha
hecho que se haya convertido en un tema cuyo tratamiento
ahora se debate vehementemente en entornos no solo polí-
ticos sino también de ficción. Según el teórico social Pierre
Nora, “we speak so much of memory because there is so lit-
tle of it left” (“hablamos tanto de la memoria porque que-
da tan poco de ella”; mi trad.; 7). Medio siglo después de
la muerte de Franco y después de décadas de un debate po-
lémico a nivel nacional, el Tribunal Supremo español deci-
dió aprobar la exhumación de los huesos de Franco, una de
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Revist a de al ce s XXI
las decisiones más controvertidas y polémicas de la historia
nacional española. El Valle de los Caídos, un monumento
nacional que hasta la exhumación del dictador el 19 de oc-
tubre de 2019, se utilizó para honrar el legado del franquis-
mo en la historia del país, también marca el sitio de una
fosa común que a día de hoy contiene los restos de miles
de los presos políticos de Franco. Junto con el movimien-
1
to por parte del presidente socialista Pedro Sánchez de ex-
humar los restos de Franco, el Gobierno español prometió
identificar y ubicar a los restos de miles de los desaparecidos
que todavía permanecen en fosas comunes no identificadas
por toda España, un esfuerzo que previamente había reci-
bido poca financiación o incluso había sido rechazado por
el Partido Popular. A pesar de que su intención era evitar el
olvido inherente a la ideología de la Transición, la Ley de la
Memoria Histórica del año 2007 no exigía apoyo financie-
ro estatal para las exhumaciones.
Aunque España todavía carece de museos o monumen-
tos dedicados a la memoria de la Guerra Civil o el régimen
de Franco, la manifestación del trauma no reconocido y el
deseo de recuperar la identidad a través de lo que Colmei-
ro denomina “a recovery of memory” (“una recuperación
de memoria”; mi trad.; 20) se ve en la amplia producción
1 Tanto Ciudadanos como el Partido Popular decidieron abstenerse del
voto, citando la exhumación de Franco como un intento por parte de
Pedro Sánchez de “tapar sus vergüenzas y su incompetencia” y como una
decisión que careció de urgencia. Jorge Fernández Díaz, del Partido Po-
pular, llamó el voto para exhumar a la tumba de Franco “una enmienda
a la totalidad de la Transición” (“Franco será exhumado sin el voto del
PP y Ciudadanos”).
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Número 6 , 2024