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le falta a la ausencia de un Otro imprescindible: la perspec-  La necesidad de sutura urge a consecuencia del desapro-

 tiva de los ecuatoguineanos. En varios momentos, Palmeras   vechamiento de la oportunidad de cierre narrativo y el he-

 en la nieve intenta ofrecer la perspectiva de su protagonis-  cho de que la audiencia ahora enfrenta una ausencia do-


 ta ecuatoguineana, Bisila, pero cabe mencionar que no se   ble, la de los actores extradiegéticos (el “Otro ausente”) y la

 dispone de la perspectiva de la ya anciana mujer bubi hasta   de los actores marginales (el “Otro”) tanto de la narrativa

 que Clarence se adueñe de su historia (“Esta también es mi   como de la historia. Después de intentar asociar su conoci-

 historia”) (1:25:23). Tanto la efusión de emoción (lágrimas,   miento con las “posiciones discursivas preexistentes” de Ki-

 indignación) de la española al escuchar la historia de Bisila   lian y Clarence, como anticipó Silverman (cf. p. 8), parece


 como la respuesta tierna de la anciana (“No es culpa tuya,   que la única opción que le queda a la audiencia, siguiendo

 Clarence. Nada de lo que ocurrió es culpa tuya”) (1:56:37)   la teoría de sutura de la teórica e historiadora de arte, es la

 dan la impresión de reafirmar que Clarence es más impor-  incómoda “subordination to the castrating gaze of a sym-

 tante que Bisila. En otras palabras, al presentar las mira-  bolic Other” (“subordinación a la mirada castrante del Otro


 das de un excolono y de su sobrina como alternativas al vo-  simbólico”; mi trad.). Ante la imposibilidad de que la mi-

 yerismo, la película de González Molina acaba fusionando   rada imperial y la mirada del turista sirvan como mecanis-

 lo que Oudart llama el “Otro ausente” con la ausencia del   mos de sutura, la audiencia no tiene más remedio que acep-

 Otro que tanto se critica en los estudios poscoloniales.  El   tar de manera definitiva la existencia de una mirada que
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 “Otro” no solamente está ausente de la pantalla, está ausen-  trasciende la suya. Sin embargo, la única opción que queda

 te de la historia. Tal como el voyerismo cinematográfico se   para demostrar que el filme oculta un Otro esencial impli-

 niega a reconocer la presencia del Otro ausente al no incluir   caría reconocer los límites de, no solamente lo que el espec-


 un contraplano, Palmeras en la nieve se niega a brindar a los   tador sabe, sino también de la película en sí, ya que la au-

 personajes ecuatoguineanos la posibilidad de una mirada   diencia, además de aceptar que la cámara les esconde algo,

 recíproca ya que los cosifican como meras fuentes de placer   tendría que admitir que el cineasta decidió deliberadamen-

 (Bisila) o de información (Iniko). 9  te esconder del público la mirada inversa de los ecuatogui-

         neanos nativos. Pero Palmeras en la nieve tiene otra estrate-


 8  Hay una extensa bibliografía sobre la denuncia de la ausencia del   gia: el kitsch.

 Otro en el campo de estudios poscoloniales. Entre otros, véanse: Bha-
 bha, El lugar de la cultura; Said, Orientalismo; Spivak, ¿Puede hablar el

 subalterno?; y Dabashi, Can Non-Europeans Think?


 9  Cabe destacar que Clarence se presenta a Iniko y Laha como profeso-
 ra de lingüística y les comenta que le interesa estudiar el español que se   para ver más o menos el nivel de castellano que se habla en Guinea)

 habla en Guinea Ecuatorial (“Soy profesora de Lingüística. Estoy aquí   (1:07:34).





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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
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