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nes en las marismas. Aunque el caso parece resolverse con relationship . . . between a Francoist past and the present of
la muerte y el arresto de dos de los individuos involucrados a democracy-in-progress” (“relación sin resolver . . . entre el
en los crímenes, el máximo responsable de éstos, el cacique pasado franquista y el presente de una democracia-en-pro-
del pueblo, resulta intocable. Ante tal trama, la pregunta greso”; mi trad.; 208) y, como el director, la ligan al presente
sería si La isla mínima retrata simbólicamente la transición de su estreno, a los años de crisis financiera y movilizaciones
o la usa como mera referencia temporal. Es más, se trata- sociales de la segunda década del siglo XXI en España. Jesse
ría de dirimir si su narrativa audiovisual añade algo a esos Barker concuerda con esta lectura de filme como “an allego-
relatos desplegados en otros ámbitos discursivos, si incluso ry of the Transition’s unresolved contradictions, which taint
la re-imagina. Por último, y más importante aquí, la tarea the democratic structures of contemporary Spain” (“una
también es comprobar si recurrir al thriller en este caso alte- alegoría de las contradicciones sin resolver de la Transición
ra esos códigos afectivos tan asociados con la transición es- que mancha las estructuras democráticas de la España con-
pañola, ésos que en buena medida se crean y difunden des- temporánea”; mi trad.; 616). A la luz de estos estudios, pa-
de el cine nacional. rece quedar claro que en La isla mínima la transición no es
El director lo deja claro desde el principio, desde el “mak- ni trasfondo ni decorado y que la película se suma al relato
ing of” de su obra: no solo hay “una cara B de la transi- de la transición imperfecta o fallida. Es más, el filme ayuda
ción,” sino que La isla mínima tiene paralelismos con la si- a identificar esos primeros años transicionales como aque-
tuación en los años inmediatamente anteriores al estreno de llos en los que se siembra las semillas de la fractura demo-
la película. El llamado “pacto de silencio” que, para politó- crática actual y la tarea del espectador/crítico parece ser la
logos como Paloma Aguilar, caracteriza la transición, se re- de captar referencias y tender puentes.
conoce de inmediato en el filme. Se escenifica, de hecho, en En la película hay retratos de Hitler y Franco, pintadas a
el momento en el que Pedro rasga la foto que prueba la cul- favor de este último y noticieros que dejan entrever la pre-
pabilidad de su compañero en la muerte de esa estudiante sencia del fascismo político presente en agrupaciones como
en los últimos años de la dictadura. Así identifican el valor Fuerza Nueva. La huelga del pueblo es síntoma de la ines-
simbólico de ese gesto reseñas del filme como la de María tabilidad política y laboral de unos primeros años transicio-
Delgado para el BFI o Alfonso Rivera para Cineuropa. Tom nales marcados por una profunda crisis económica. Inclu-
Whittaker (“Crime”) abunda en la importancia del valor so la corrupción y el clientelismo del pequeño pueblo de
de la fotografía en la contextualización del filme, así como las marismas se ve como una realidad “underpinning the
en el papel fundamental que tiene la referencia al periódico infrastructure of the feldging democracy” (“sosteniendo la
sensacionalista El Caso. Valeria Camporesi y Jara Fernández infraestructura de la naciente democracia”; mi trad.; Delga-
Meneses también relacionan la película con esa “unresolved do). Por encima de todo, está ese claro subtexto de impuni-
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024