Page 125 - Revista6
P. 125

nes en las marismas. Aunque el caso parece resolverse con   relationship . . . between a Francoist past and the present of

 la muerte y el arresto de dos de los individuos involucrados   a democracy-in-progress” (“relación sin resolver . . . entre el

 en los crímenes, el máximo responsable de éstos, el cacique   pasado franquista y el presente de una democracia-en-pro-


 del pueblo, resulta intocable. Ante tal trama, la pregunta   greso”; mi trad.; 208) y, como el director, la ligan al presente

 sería si La isla mínima retrata simbólicamente la transición   de su estreno, a los años de crisis financiera y movilizaciones

 o la usa como mera referencia temporal. Es más, se trata-  sociales de la segunda década del siglo XXI en España. Jesse

 ría de dirimir si su narrativa audiovisual añade algo a esos   Barker concuerda con esta lectura de filme como “an allego-

 relatos desplegados en otros ámbitos discursivos, si incluso   ry of the Transition’s unresolved contradictions, which taint


 la re-imagina. Por último, y más importante aquí, la tarea   the democratic structures of contemporary Spain” (“una

 también es comprobar si recurrir al thriller en este caso alte-  alegoría de las contradicciones sin resolver de la Transición

 ra esos códigos afectivos tan asociados con la transición es-  que mancha las estructuras democráticas de la España con-

 pañola, ésos que en buena medida se crean y difunden des-  temporánea”; mi trad.; 616). A la luz de estos estudios, pa-


 de el cine nacional.  rece quedar claro que en La isla mínima la transición no es

 El director lo deja claro desde el principio, desde el “mak-  ni trasfondo ni decorado y que la película se suma al relato

 ing of” de su obra: no solo hay “una cara B de la transi-  de la transición imperfecta o fallida. Es más, el filme ayuda

 ción,” sino que La isla mínima tiene paralelismos con la si-  a identificar esos primeros años transicionales como aque-


 tuación en los años inmediatamente anteriores al estreno de   llos en los que se siembra las semillas de la fractura demo-

 la película. El llamado “pacto de silencio” que, para politó-  crática actual y la tarea del espectador/crítico parece ser la

 logos como Paloma Aguilar, caracteriza la transición, se re-  de captar referencias y tender puentes.

 conoce de inmediato en el filme. Se escenifica, de hecho, en   En la película hay retratos de Hitler y Franco, pintadas a


 el momento en el que Pedro rasga la foto que prueba la cul-  favor de este último y noticieros que dejan entrever la pre-

 pabilidad de su compañero en la muerte de esa estudiante   sencia del fascismo político presente en agrupaciones como

 en los últimos años de la dictadura. Así identifican el valor   Fuerza Nueva. La huelga del pueblo es síntoma de la ines-

 simbólico de ese gesto reseñas del filme como la de María   tabilidad política y laboral de unos primeros años transicio-


 Delgado para el BFI o Alfonso Rivera para Cineuropa. Tom   nales marcados por una profunda crisis económica. Inclu-

 Whittaker (“Crime”) abunda en la importancia del valor   so la corrupción y el clientelismo del pequeño pueblo de

 de la fotografía en la contextualización del filme, así como   las marismas se ve como una realidad “underpinning the

 en el papel fundamental que tiene la referencia al periódico   infrastructure of the feldging democracy” (“sosteniendo la


 sensacionalista El Caso. Valeria Camporesi y Jara Fernández   infraestructura de la naciente democracia”; mi trad.; Delga-

 Meneses también relacionan la película con esa “unresolved   do). Por encima de todo, está ese claro subtexto de impuni-






 124                                                                                                          125
 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  6 , 2024
   120   121   122   123   124   125   126   127   128   129   130