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cina. Libro oficial 84) y Alberto Caballero comenta que “Es-  trucción de la identidad de los vecinos de Montepinar, quie-

 paña es territorio ideal para el perdedor, el jeta y el pringado”   nes se han hecho una idea ficticia de quiénes son que es muy

 y que “[l]a historia de la sátira es la del Quijote ridiculizado   distante de lo que verdaderamente son—.


 por sus sueños” (referido en Ruiz Jiménez). Muy posible-  Comencemos por el embarazo psicólogico que padece Es-

 mente al espectador de LQSA no le hubiera hecho falta la re-  tela Reynolds en este episodio ya que su indudable fe —en-

 producción iconográfica de los personajes cervantinos ni los   tendida como la creencia ciega en lo que no se es o no se

 comentarios de sus creadores para percatarse de que, desde el   tiene— en mucho recuerda a la fe que permitió al hidalgo

 comienzo de la ficción televisiva, en el trío Antonio, Enrique   castellano convertirse en el caballero andante que solo él creía


 y Coque y en sus disparatadas aventuras resuenan los ecos   ser. Madre de Lola (Macarena Gómez), insufrible suegra de

 de los héroes cervantinos. La referencia explícita a los perso-  Javi (Antonio Pagudo) y supuesta reina del destape —no de-

 najes manchegos ayuda, sin embargo, a trasladar en el espa-  bemos olvidar que Fernando Esteso le chupó un pezón en la

 cio y el tiempo las crisis bajo las que se engendró la icónica   ficticia película Desembraga a fondo—, Estela alardea cons-


 pareja e invita a pensar las aventuras de Antonio, Enrique y   tantemente del minúsculo papel interpretado en el largome-

 Coque a partir del también contexto de crisis del que emana   traje como si de una de las grandes divas del destape se tra-

 la ficción. La reproducción iconográfica de las dicotómicas   tara. Si bien la Reynolds insiste en que iba a ser ella, y no la

 figuras no es, sin embargo, la única alusión a la obra/época   famosa María José Cantudo, la que protagonizara la película,


 cervantina contenida en este capítulo.   su papel no fue más que el de una simple enfermera a la que

 La atención dedicada a yuxtaponer la apacible y paradisía-  Esteso le chupó un pezón mientras esta le decía “Oh, sí, chu-

 ca convivencia en La Atalaya del Arcipreste con la conflictiva   pa, chupa” —única frase por ella pronunciada—. No solo

 y siempre disfuncional vida en Montepinar en mucho recuer-  fue su papel minúsculo, sino que la cinta, que fue lanzada


 da, al espectador conocedor de la obra cervantina, el discur-  únicamente en formato para video beta, cayó pronto en el ol-

 so sobre la edad de oro pronunciado por el caballero andante   vido, aunque Estela se aseguró de hacerse con una copia que

 delante de los cabreros en el capítulo XI de la primera parte   llevaría, cual Quijote con su lanza en mano, siempre en su

 de El Quijote. Por otra parte, el parto psicológico padecido   bolso. Pese a lo obvio de su fracaso como actriz, la Reynolds


 por Estela Reynolds (Antonia San Juan) y la atención que a   vive obcecada por una fama que nunca tuvo pero que sí cree

 este le presta Judith (Cristina Castaño), psicóloga y vecina de   tener y clara muestra de ello se observa en su histriónica per-

 Montepinar, invitan a reflexionar sobre el poder de la mente   sonalidad y en la desmesurada pintura de sí misma a modo

 en la construcción de la identidad —elemento esencial tanto   de musa del destape y maja desnuda de Goya con la que de-


 en la construcción del protagonista cervantino, cuya falta de   cidió decorar la entrada del piso de Lola y Javi tras mudarse

 cordura constituye la base de su heroicidad, como en la cons-  con ellos a pasar solo unos días.






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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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