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como “Don Federico” (“Don Federico mató a su mujer, la   texto, el dialecto masculinista del reguetón no es diferente

 hizo picadillo y la puso en un sartén. La gente que pasaba   al del hip-hop o el rock de Norteamérica en que el género

 olía que apestaba, era la mujer de don Federico…”) (Espa-  suele funcionar como un dispositivo de poder. La difusión


 ña), entre otras, que establecen un rol específico para la mu-  inicial del reguetón  fuera de los métodos tradicionales de

 jer y son parte de la educación de los niños. Aunque se des-  distribución de la industria musical no ayudaron a legiti-

 conoce el origen de la canción, la dispersión geográfica de   marlo como un estilo musical nuevo y, para algunas perso-

 versiones de “Don Federico” se encuentran en aragonés, ca-  nas, ni tan siquiera como música.

 talán, madrileño, colombiano y argentino (Pantaleoni), ha-  La expresión de actitudes masculinistas en muchas can-


 ciendo del feminicidio una actividad lúdica global.  ciones de reguetón, particularmente las de los años 90 y

 En los 30 años de presencia del reguetón en el mundo de   2000, parte de una mirada de hombre, que refuerza el ero-

 la música, ni la representación de la mujer ni la suscripción   tismo heterosexual masculino predatorio, y de una atrac-

 a la cultura masculinista y machista son exclusivas de este   ción por la violencia y excitación ante el peligro. Estas ca-


 estilo ni de la escena musical popular de América Latina. Se   racterísticas las identificaron Mosher y Sirkin como parte

 trata de una práctica global presente en la música de cual-  de la “macho personality constellation” (“constelación de la

 quier idioma y hasta en creadores célebres como Beethoven   personalidad macho”) en 1984 en su “inventory to measure

 y Charles Ives. De acuerdo con los estudios psicobiográfi-  hypermasculinity” (“inventario para medir la hipermascu-


 cos de Maynard Solomon, es posible encontrar actitudes   linidad”) (150) que contribuyó a la difusión de este térmi-

 masculinistas perniciosas como la misoginia y la homofobia   no. Los tres rasgos que estos autores describen como “cal-

 en las obras de dichos creadores. Acusaciones como estas   lous sexual attitudes toward women, violence as manly, and

 (que se siguen refutando) suelen ser justificadas en nombre   danger as exciting” (“actitudes sexuales insensibles hacia las


 del mito del genio artístico. Martin Jay describe esta prác-  mujeres, la violencia como algo viril y el peligro como algo

 tica como “artistic alibi” (“coartada artística”) que favorece   excitante”) (Mosher y Sirkin, 151) son escenificadas en los

 el arte por el bien del arte y excusa los crímenes del artista.   formatos musicales y visuales del reguetón. En sus perfor-

 Esta costumbre de absolver a los creadores de sus pasados   mance líricos, pareciera que muchos reguetoneros atraen la


 racistas, misóginos y xenofóbicos está relacionado a las ideas   violencia y el peligro atacando verbalmente a otros hom-

 generadas culturalmente sobre el “arte” que excluye la “cul-  bres, haciendo referencia a actividades ilícitas y describien-

 tura baja”. Este es el caso del reguetón, en el que ha preva-  do la violencia y los conflictos de la calle. Por otra parte, las

 lecido la asociación de clase y de lenguaje desafecto que las   mujeres son cosificadas y, en muchos casos, dominadas a la


 audiencias externas han estigmatizado, incluso después de   fuerza y usadas para alardear —junto a ropa, carros, casas

 haberse establecido como música comercial. En este con-  y dinero— como un accesorio que define la masculinidad.






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 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
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