Page 94 - Revista4
P. 94
como “Don Federico” (“Don Federico mató a su mujer, la texto, el dialecto masculinista del reguetón no es diferente
hizo picadillo y la puso en un sartén. La gente que pasaba al del hip-hop o el rock de Norteamérica en que el género
olía que apestaba, era la mujer de don Federico…”) (Espa- suele funcionar como un dispositivo de poder. La difusión
ña), entre otras, que establecen un rol específico para la mu- inicial del reguetón fuera de los métodos tradicionales de
jer y son parte de la educación de los niños. Aunque se des- distribución de la industria musical no ayudaron a legiti-
conoce el origen de la canción, la dispersión geográfica de marlo como un estilo musical nuevo y, para algunas perso-
versiones de “Don Federico” se encuentran en aragonés, ca- nas, ni tan siquiera como música.
talán, madrileño, colombiano y argentino (Pantaleoni), ha- La expresión de actitudes masculinistas en muchas can-
ciendo del feminicidio una actividad lúdica global. ciones de reguetón, particularmente las de los años 90 y
En los 30 años de presencia del reguetón en el mundo de 2000, parte de una mirada de hombre, que refuerza el ero-
la música, ni la representación de la mujer ni la suscripción tismo heterosexual masculino predatorio, y de una atrac-
a la cultura masculinista y machista son exclusivas de este ción por la violencia y excitación ante el peligro. Estas ca-
estilo ni de la escena musical popular de América Latina. Se racterísticas las identificaron Mosher y Sirkin como parte
trata de una práctica global presente en la música de cual- de la “macho personality constellation” (“constelación de la
quier idioma y hasta en creadores célebres como Beethoven personalidad macho”) en 1984 en su “inventory to measure
y Charles Ives. De acuerdo con los estudios psicobiográfi- hypermasculinity” (“inventario para medir la hipermascu-
cos de Maynard Solomon, es posible encontrar actitudes linidad”) (150) que contribuyó a la difusión de este térmi-
masculinistas perniciosas como la misoginia y la homofobia no. Los tres rasgos que estos autores describen como “cal-
en las obras de dichos creadores. Acusaciones como estas lous sexual attitudes toward women, violence as manly, and
(que se siguen refutando) suelen ser justificadas en nombre danger as exciting” (“actitudes sexuales insensibles hacia las
del mito del genio artístico. Martin Jay describe esta prác- mujeres, la violencia como algo viril y el peligro como algo
tica como “artistic alibi” (“coartada artística”) que favorece excitante”) (Mosher y Sirkin, 151) son escenificadas en los
el arte por el bien del arte y excusa los crímenes del artista. formatos musicales y visuales del reguetón. En sus perfor-
Esta costumbre de absolver a los creadores de sus pasados mance líricos, pareciera que muchos reguetoneros atraen la
racistas, misóginos y xenofóbicos está relacionado a las ideas violencia y el peligro atacando verbalmente a otros hom-
generadas culturalmente sobre el “arte” que excluye la “cul- bres, haciendo referencia a actividades ilícitas y describien-
tura baja”. Este es el caso del reguetón, en el que ha preva- do la violencia y los conflictos de la calle. Por otra parte, las
lecido la asociación de clase y de lenguaje desafecto que las mujeres son cosificadas y, en muchos casos, dominadas a la
audiencias externas han estigmatizado, incluso después de fuerza y usadas para alardear —junto a ropa, carros, casas
haberse establecido como música comercial. En este con- y dinero— como un accesorio que define la masculinidad.
94 95
Revist a de alces XXI Número 4 , 2019-2020