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tuación política llevada al margen extremo” con su retrato   cia como novela que pertenece al género “relato-fábula,” no

 de Irene, otra exetarra que sirve como personaje principal   muy lejos de otros textos ya estudiados en este volumen.

 (138). Esta reubicación hacia la marginalidad es clave para   Sin embargo, a diferencia de Dos hermanos y Memorias de


 Perret, “dado que es allí donde pueden observarse los lími-  una vaca, Siete casas en Francia representa, según la autora,

 tes de lo político” (138).  una examinación de la depredación colonizadora y la cultu-

 Mari Jose Olaziregi refleja el análisis de Perret con su ar-  ra del dolor que engendra, temas más globales anteriormen-

 tículo, “Siempre nos quedará Obaba. El hijo del acordeonis-  te no vistos en el corpus literario de Atxaga.

 ta, de Bernardo Atxaga,” en el que examina la novela desde   En seguida, en “Días de Nevada: autobiografía y autofic-


 una perspectiva formal que señala, entre muchos otros ejes   ción,” Jon Kortazar abre su investigación estableciendo una

 temáticos, su fragmentación, sus paratextos, su fascinación/  conexión formal, espacial y simbólica entre la novela nomi-

 preocupación con el euskera y su relación con las realidades   nal de Atxaga, fechada 2014, y la novela El Danubio (1988,

 tanto históricas como del presente. Es la estructura dividida   versión en castellano) del italiano Claudio Magris. Con El


 de la novela, llena de analepsis y prolepsis, lo que constru-  Danubio como punto de partida, Kortazar realiza un aná-

 ye la rememoración del pasado como impulso fundamental   lisis detallado del contenido y la fragmentación presentes

 creativo de El hijo del acordeonista (2003). Olaziregi termi-  en la novela mientras les otorga atención especial a los ele-

 na su análisis reflexionando sobre las representaciones en la   mentos híbridos, simbólicos y autobiográficos. Tal diversi-


 novela del terrorismo estatal y nacionalista de España tras la   dad formal y temática explica su categorización de la novela

 Guerra Civil, y cómo Atxaga juega con ideologías de exilio   como nada menos que una “caja de Pandora” (184); como

 y paraíso para ofrecer a sus lectores en El hijo del acordeonis-  ya se ha visto en las investigaciones anteriores de Sally Perret

 ta una nueva visión de lo vasco.   de Esos cielos, una novela de suma ambigüedad formal como


 En “Siete casas en Francia: balance revisado,” Larraitz Ariz-  Días de Nevada engendra una visión única que elude una

 nabarreta analiza el nuevo equilibro de Atxaga —entendi-  categorización literaria fácil.

 do como el interés del autor en ir más allá de los temas vas-  Este cuestionamiento de los géneros literarios continúa

 cos— en la novela globalizada titular, publicada en 2009.   en el análisis de Ibon Izurieta Otazua, “Sara izeneko gizona


 Examina las múltiples expectativas de un público acostum-  (Un espía llamado Sara): ¿Novela juvenil?”. Izurieta Otazua

 brado a interpretar a Atxaga como metonimia de todo lo   reconoce la artificialidad de la designación literaria de la LIJ,

 vasco y la reacción crítica ante este relato de las consecuen-  trazando su larga y enrevesada evolución desde el siglo XIX

 cias horríficas de la colonización belga del Congo africano.   hasta hoy. Como ya ha sostenido Verónica Azcue, Izurieta


 Concluye Ariznabarreta categorizando Siete casas en Fran-  Otazua arguye que esta novela establece un patrón directo









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 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
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