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en el modelo económico (los niños y los ancianos), el co-  que nos separa). Y es aquí donde los colectivos, median-

 lectivo se preocupa de “liberar el tiempo para poderse dedi-  te las cuarenta y cuatro entrevistas transcritas y disponibles

 car[se] a otras cosas que no sean el empleo” (113). Por eso   las grabaciones en la versión digital de la Constelación, po-


 conjugan ideas como la renta básica con otra concepción   nen claramente de manifiesto que la única política válida es

 del trabajo, y no del empleo, es decir, “de trabajo entendido   ese “quehacer humano que asume que la vida es un proble-

 como todo lo que tiene que ver con la esfera de los cuida-  ma común” (Garcés 14). Indudablemente, es difícil salir de

 dos y toda la esfera de lo comunitario” (113). Y para ello se   nuestros nichos de seguridad, de nuestros privilegios, ideo-

 exploran diferentes metodologías que pueden incluir hasta   logías o identidades cerradas, porque nuestro mundo neo-


 las artísticas.   liberal se nutre de un paradigma global de crisis, de la pre-

 Todas estas asociaciones combinan la convivencia de la   cariedad asoladora, de ese miedo mal encauzado que nos

 horizontalidad con la vista puesta en transformaciones es-  incita a pensarnos en solitario, enjaulados, inmunizados y

 tructurales. Tras la lectura de las entrevistas se confirma que   anestesiados para sentirnos seguros. Se nos dice que es me-


 estamos ante un ejercicio político que no quiere disfrazar la   jor pensarse así, fuera del mundo, que en realidad es sola-

 realidad ni ocultar las distorsiones ni las violencias sociales e   mente en aislamiento (la pandemia nos lo ha inculcado)

 individuales que nos resultan “normales” o incluso justifica-  como se recobra ese equilibrio vital, mirándonos a noso-

 das. El proyecto documenta experiencias comunitarias que   tros mismos, al ombligo, siempre en alerta, siempre des-


 tejen vida, es decir, que nos obligan en primer lugar a ser,   confiando del otro y de los vínculos que pueda exigirnos.

 como escribe la filósofa catalana Marina Garcés, “honestos   Y mientras hacemos esto, mientras nos sometemos a estas

 con lo real” (70) (Un mundo común. Barcelona: Edicions   patologías, las fuerzas de muerte, las lógicas violentas de ex-

 Bellaterra 2013), a no mirar hacia otro lado frente a los pro-  plotación capitalista (de trabajo, de vivienda, de educación,


 cesos de privatización, desregularización, financiarización y   de la naturaleza) junto con la desinformación obligada y

 precarización de la vida. En palabras de Garcés, esta hones-  exigida para mantener este estado de cosas, nos ofrecen mi-

 tidad nos obligaría a “dejar de mirar el mundo como un   gajas, nos embriaga con la complacencia, con la seguridad

 campo de intereses, como un tablero de juego puesto en-  falsa que facilita la inacción, la desconexión con los demás.


 frente de nosotros y convertido en un campo de batalla en   Todos ellos son condicionantes que exacerban estas realida-

 el que nosotros mismos, con nuestra identidad y nuestras   des de vida precaria y enfermiza.

 seguridades, resultamos los primeros afectados” (70).   ¿Cómo mejorar el presente? ¿Cómo crear ese “mientras

 Mirar al mundo con honestidad facilitaría respuestas no   tanto”? La respuesta exige reformulaciones a múltiples esca-


 como si fuéramos grupos de interés (lo que nos une) sino   las, algunas considerables como la de repensar qué y quié-

 como individuos aglutinados en torno a retos y desafíos (lo   nes somos. Las experiencias aquí retratadas dibujan nue-






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 Revist a   de   alces XXI                                    Número  4 , 2019-2020
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