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Junto con esos cantautores y grupos había también en
muchas ocasiones, hay que decirlo, un listado de grupos de
música tradicional o folk sin mucha fama o conocidos en
círculos más reducidos y de ámbito local que siempre esta-
ban dispuestos a aportar su música para la causa.
Galicia es conocida por ser una de las regiones con un
número extraordinario de festivales de música a lo largo de
todo el año —sobre todo si contamos festivales de entrada
libre y gratuita—, principalmente en los meses de verano.
La realidad, sin embargo, es que, en proporción, la canti-
dad de festivales con carga política o social —es decir, con
una ideología distinguible y reivindicada claramente desde
la organización— son bastante escasos, por no decir mino-
ritarios. El Festival da Poesía no Condado, en Salvaterra de
Miño y —obviamente— el Festigal (festival que se celebra
con motivo del Día da Patria Galega, el 25 de julio) son al-
gunas de las excepciones más conocidas. Esto, sin embargo,
no significa que no haya grupos implicados política y so-
cialmente. Una cosa es que apenas haya festivales o grandes
eventos con una definida carga política, social o ideológica,
y otra cosa son los grupos o bandas. En Galicia abundan los
grupos de música, de todos los estilos posibles, desde el me-
tal a la música tradicional, en los que la implicación social y
política se hace patente tanto en sus letras como en su dis-
curso desde encima del escenario.
Fiesta si, compromiso también.
El caso del FIB al que hacía referencia al principio es otro
caso excepcional, que entronca directamente con parte de la
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filosofía que subyace en la tradición de la fiesta de Os Maios.
Os Maios —resumiendo mucho— es una celebración galle-
ga de origen ancestral que ha perdurado de una manera es-
pecial y casi única en la provincia de Ourense; con connota-
ciones rituales totémicas de culto a la divinidad primaveral,
a los árboles y a la fertilidad, uno de los trazos característi-
cos de su ritual es la tradición de escribir coplas compuestas
ad hoc con las que se critica duramente y se hace burla, iró-
nicamente, de personas y/o hechos del ámbito político, so-
cial, eclesiástico, especialmente de la propia localidad o de
un ámbito más global (ayuntamiento, provincia, país...). 12
Así, y a pesar de ser un evento local con poca o nula re-
percusión fuera de la ciudad de Ourense, el caso del FIB es,
desde mi punto de vista, paradigmático si hablamos de mú-
sica en los movimientos sociales, pues su estructura no deja
de ser un altavoz para la crítica y la denuncia política implí-
cita y explícita a través de la música, algo que no muy a me-
nudo tiene lugar.
Tengamos en cuenta que en España ha habido y hay hoy
en día artistas y otras personas no públicas en la cárcel, pen-
dientes de juicio, condenadas y/o huidas de la justicia o
—en el mejor de los casos— censuradas por, literalmen-
te, escribir letras de canciones (Valtonic, César Strawberry
de Def Con Dos...) o tuits con chistes o mensajes contra la
Corona (Cassandra Vera, Arkaitz Terrón, Ernest Bru...).
Hace poco, en un concierto de otro grupo bien conocido
en Galicia formado a partir de un supuesto partido político
“froilanista”, cuyas letras hablan casi exclusivamente de la
12 https://gl.wikipedia.org/wiki/Festa_dos_maios
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Número 4 , 2019-2020