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…emigration has since the 1980s become an everyday
reality for hundreds of thousands of Peruvians from all
class and regional backgrounds and a major social and
political issue for that state. The civil war of the 1980s
and early 1990s with the Maoist organization Sendero
Luminoso severely challenged the state’s authority and
legitimacy. This political instability undermined its abil-
ity to maintain a viable national economy and sustain
its population. As a consequence of this national politi-
cal and global economic crisis, Peru became a labor-ex-
porting nation, relying increasingly on migrants and the
resources they acquire abroad to capture foreign curren-
cy and support the country’s financial sector. (122)
…la emigración desde los años ochenta se ha converti-
do una realidad diaria para cientos de miles de perua-
nos de todas las clases sociales y regiones y una impor-
tante cuestión social y política para el Estado. La guerra
civil de los años ochenta y principios de los noventa con
la organización maoísta Sendero Luminoso desafió la
autoridad del Estado y su legitimidad. Esta inestabili-
dad política socavó su habilidad para mantener una eco-
nomía nacional viable y sustentar su población. Como
consecuencia de esta crisis político-nacional y económi-
co-global, Perú se convirtió en una nación exportadora
de mano de obra, dependiendo cada vez más y más de
los migrantes y de los recursos que adquieren en el ex-
terior para captar divisas extranjeras y sostener el sector
financiero del país.
Por otro lado, algunos de los problemas que menciona
Berg no son exclusivos del Perú, sino de toda el área andina.
Por tal razón Jo-Marie Burt y Philip Mauceri consideran a
la misma como “the most unstable and violent area in the
hemisphere” (“el área más inestable y violenta en el hemis-
ferio”; 1). Una región violenta donde, de acuerdo con estos
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críticos, han existido otros problemas como “drug traffick-
ing, corruption, violence and human rights abuses, frag-
mented party systems, weak national identity, and auto-
cratic executives” (“trafico de drogas, corrupción, violencia
y abuso de derechos humanos, partidos políticos fragmen-
tados, una débil identidad nacional, y líderes autocráticos”;
2). Todo esto dentro de un contexto de discursos (post) co-
loniales y estructuras socioeconómicas heredadas y repro-
ducidas que orbitan dentro de lo que Aníbal Quijano llama
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la “Colonialidad del poder”. De acuerdo con Quijano, esta
colonialidad, que aún no termina, esas poblaciones (“in-
dia” y “negra”) fueron atrapadas entre el patrón episte-
mológico aborigen y el patrón eurocéntrico que, ade-
más, se fue encauzando como racionalidad instrumental
o tecnocrática, en particular respecto de las relaciones
sociales de poder y en las relaciones con el mundo en
torno. (Mi énfasis; 142)
Por tal razón, estos sistemas de poder y control aún laten-
tes en los países andinos se deben tomar en cuenta ya que
3 Aníbal Quijano arguye que la “Colonialidad del poder” ha permitido
el sostenimiento de discursos perversos establecidos durante y después
de la colonia, como por ejemplo, la supuesta inferioridad de las culturas
aborígenes, basada no solamente en la idea de “raza” sino también en la
categorización de dichas culturas como “campesinas e iletradas” (139-
40). Es decir, se estableció una marcada “superioridad” de las culturas
europeas sobre las no europeas. Superioridad, que de acuerdo a Quijano
se traduce en una “dependencia histórico-cultural” que establece la “he-
gemonía del eurocentrismo como perspectiva de conocimiento” (141).
Además, para Quijano, todas estas relaciones de poder se acentúan aún
más dentro del contexto económico capitalista imperante en nuestros
días. Es decir, el término “postcolonial” es uno que se puede cuestionar
con frecuencia.
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Número 3 , 2016-2017