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gamos al dejar de apreciar que al ejercer ese talento transfor- es una responsabilidad y un derecho de todas. Por tanto los
mamos el mundo. No podemos suponer que es inocua una bienes culturales deberían ser producidos y gestionados por
cultura como entretenimiento. Que es inocente dejarnos colectividades sociales y por tanto nuestra sociedad debería
actuar neurobiológicamente para suscitar nuestra capacidad procurarse a sí misma unas condiciones favorables para el
de emocionarnos, siendo agenciados por emisores publici- ejercicio de una profunda práctica democrática de la cultu-
tarios. Podemos ser personas que calman los estímulos de la ra y el arte. Acciones, infraestructuras, leyes y políticas que
publicidad, comprando; o podemos apagar los media. garanticen que los diferentes grupos de personas de la socie-
Nos construyeron como sociedad española las películas dad se organicen en nuevos modelos de producción cultu-
que financió el PPPSOE y la plutocracia postdictatorial que ral y artística. No nos lo estamos inventando. Este derecho
nos estafó. Solo pudimos reaccionar a las ficciones dirigidas queda recogido en esas declaraciones de derechos humanos
por apenas unas decenas de directores. Nos expropiaron la que nos fingen como personas civilizadas por poseer unas
experiencia sensible para entregársela a las películas de las capacidades que jamás hemos ejercido. Solo estamos procu-
demás, nos excitaron con un sexo que no era el nuestro, nos rando materializar una facultad constitutiva de la democra-
sacaron de nuestras casas, de nuestros barrios, de nosotras cia.
mismas. Nos volvieron incultas, al restarnos la potencia de El cine, en tanto que captura imágenes en movimien-
producir mundo y transformarlo, siendo agentes de nuestra to con sus sonidos; el cine, en tanto que pequeñas socieda-
propia representación. des producidas para esa labor, sería el arte más semejante
“¿Qué derecho tenemos de querer que las personas hagan a la vida en común que conocemos. Ocupemos, pues, con
cine?”, nos preguntábamos con Helena de Llanos antes de nuestras vidas el cine. Creemos nuestras ficciones, porque
que ella escribiera en una pizarra de la plaza del pueblo de como señalaba Amador Fernández Savater “La ficción es
Blanca: “¿Hacemos una peli?” Y concluimos: el mismo que una fuerza material desde el momento en que creemos en
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a querer ser gente autónoma que comparte su saberes, sus ella y nos organizamos en consecuencia”. Así pues, ponga-
talentos, sus producciones. Somos responsables de lo que mos nuestras vidas en el centro mediante asambleas de su-
hacemos. Y si lo que hacemos es enajenarnos y obedecer, jetos en “parresía”, jugándonoslo todo para crear nuestra
también somos responsables. propia obra, y pongámonos en posición de vivir “como si”
Por eso desde Cine sin Autor consideramos que la autori- pudiéramos marcar “nosotros los tiempos, los temas y los
dad y el poder de producción y gestión del arte y la cultura escenarios. Hacerlos existir y respetar y durar y crecer”. Y
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para eso, añado, que no nos detenga ningún canon, ni nin-
gún autor. Produzcamos como si pudiéramos eludir el lí-
4 Helena de Llanos llevó a cabo un proceso de Cine Sin Autor en Blan-
ca, un pueblo de Murcia, durante 9 meses. Una vez finalizada la película
que resultó de esa experiencia, defendió su tesis en UPENN en abril de
2016. <http://repository.upenn.edu/edissertations/1710/>. 5 <http://blogs.publico.es/fueradelugar/2220/la-republica-del-99>.
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Revist a de alces XXI Número 3 , 2016-2017