Page 251 - Revista3
P. 251

tes no plebiscitado, lejos de cualquier democracia real, aún   usarla. Jamás dejaremos de contar historias. (Spielberg

 apenas acontecida. Y es por eso que debemos derribar esta   citado en Riambau)

 concepción del arte y la cultura eurocéntrica, socioclasista,

 étnico-racial, patriarcal y capitalista, plutocrática.  Alumbramos, pues, el concepto “sinautoría” para com-

 A Cine sin Autor se nos invitó a pensar en los “Horizontes   batir la astucia de Spielberg. Para que no nos postren en un

 del arte en España”. Nos sorprendió que “se” sigue querien-  sofá y nos quiten el mar. Para ser “pueblo” que usa de la tec-

 do convencer a la gente del valor del arte. Nos tienen que   nología para “hacernos presentes” con nuestras imágenes y


 persuadir de ese valor porque no lo disfrutamos. Allí expuse   nuestros sonidos, en nuestros platós-mundo, posibilitándo-

 que me sirve imaginar el arte como algo tan inmenso como   nos enclaves de producción, fábricas de cine donde organi-

 el mar. Hasta el extremo de considerar que al arte no le so-  zarnos para defender la sociedad y cómo no, nuestras vidas

 bra nadie. El cine, en el que creemos, nos congrega como   y cómo no, el mundo que las asegura.

 talento de lo humano, talento común, porque nos hacemos

 falta. Por eso llamamos a ocupar el arte y el cine como se

 ocuparon las plazas. Porque lo tenemos claro: cuando te ba-


 ñas en el mar nadie te tiene que persuadir de su valor.

 Ante nuestro mundo acaece, sin embargo, la distopía de

 Steven Spielberg. La tecnología que le enriquece y empo-

 dera nos prefiere adolescentes eternos con los ojos cerrados.

 Nos lo está anunciando:






 Nunca vamos a desprendernos de nuestra necesidad ado-
 lescente de pintar las paredes de las cavernas, eso nunca

 nos abandonará. La tecnología puede proporcionarnos

 herramientas mucho mejores para comunicar nuestras
 historias. La tecnología también puede desarrollar un

 teatro de la mente. Llegará el día en que toda la pelícu-

 la transcurrirá en el interior de la mente y será la expe-
 riencia más interna que cualquiera puede desarrollar. La

 historia nos será explicada mientras tengamos los ojos
 cerrados, lo cual no impedirá que podamos verla, oler-

 la, sentirla e interactuar con ella. Ciertamente creo que

 si actualmente disponemos de una tecnología, debemos







 250                                                                                                          251
 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
   246   247   248   249   250   251   252   253   254   255   256