Page 245 - Revista3
P. 245

impuesto. Porque es cierto que el movimiento ecologista, el   tamente. Solo así, para ocupar ese vacío que deja un autor al

 de la autonomía, el feminista, incluso el sindical y otros que   desaparecerse, las colectividades congregadas se aventuran a

 no conozco, confluyeron en las plazas. Pero sin representar-  obrar. Ahora bien, dejar de sostener al autor es también de-

 se, procurando trascenderse. Congregándose para ocupar el   jar de garantizar un tipo de “obra”.

 espacio de la representación que se les había extirpado “que   La sinautoría es una real-ización. Ocupamos “lo real” con

 no, que no, que no nos representan”.   nuestras realidades, las de las colectividades que producen

 Ahora bien, me pregunto, ¿nos tienen que representar?   obra en proceso. Se trata de conquistar el espacio de la re-


 ¿No podríamos, más allá de los nichos movimentistas, más   presentación por parte de gentes desde sus tiempos sociales

 allá de lo que ya veníamos haciendo, de denunciar, de con-  y sus Platós-Mundos. Se trata de permitirnos hacer y ges-

 trainformar, de hacer uso de las redes sociales, del recurso   tionar nuestras películas. Para eso las fábricas de Cine sin

 nuevo del streaming… no podríamos representarnos?   Autor, como enclaves de producción de “cinematografías

 Desde Cine sin Autor, cuando fuimos a la reunión del   progresivas” por grupos de gentes organizadas para produ-

 grupo de audiovisual de Sol, felices de pensar que al fin,   cir. Para eso dos manifiestos,  escritos por Gerardo Tudurí,
                                                            3
 después de esas experiencias asamblearias, nadie dudaría de   para poder imaginarnos sin la necesidad de seguir el canon


 la potencia de la colectividad asambleada para hacer pelí-  del cine industrial, ni el de autor. Para eso, también, cien-

 culas, lo cierto es que mayoritariamente nos miraron con   tos de artículos a modo de cuaderno de campo de lo logra-

 cara de “¿pero qué decís?”. Las y los productores audiovi-  do en cada una de las experiencias, encarnaciones de “lo

 suales allí congregados seguían sosteniendo al autor, más o   sinautoral”, porque como decimos en CsA la sinautoría no

 menos abierto a lo colaborativo, y seguían reverenciando   se detenta, se actúa.

 unas obras que no podía hacer el “pueblo”. El pueblo quería   Nuestro punto de partida es claro, consideramos que cual-

 cambiar de disco, pero ¿podía grabarlo? “El pueblo unido   quier persona puede y debe poder hacerse cargo de su pro-

 jamás será vencido”; pero debía seguir siendo representado.  pia representación junto a otros y otras. Contarse es saberse.

 En Cine sin Autor sabemos que una serie de personas,   Sabernos es contarnos. Si nos hubiéramos contado colecti-


 dispuestas a poner su vida en el centro para hacer en común   vamente, nos hubiéramos dicho eso que nos contamos nada

 una película, pueden abrir un espacio de representación que   más juntarnos: que “nos quedaba demasiado mes cuando

 es del “pueblo unido” para esa ocasión. CsA no produce una   llegamos a fin de sueldo”, si es que no éramos de la gente

 representación delegada, sino que ocupa el cine en todas las   que “sin trabajo, sin derechos, sin miedo”...

 fases de su producción por parte de la gente cualquiera. La   Nos mentimos al ignorar que la cultura es la puesta en

 sinautoría insiste en la potencia del “sinautor”, justo porque   juego de un talento de lo humano que nos realiza. Nos ce-

 vemos necesario que quien detenta la autoridad para hacer,


 y la propiedad de haber hecho una obra, se suicide comple-  3  <http://www.cinesinautor.es/#!publicaciones/c13jf>.






 244                                                                                                          245
 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
   240   241   242   243   244   245   246   247   248   249   250