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ciudad, de la que sin duda se hacen cargo en plena eferves-  de droga, prostitutas, quinquis o toxicómanos del Barrio

 cencia de la burbuja inmobiliaria películas como En cons-  Chino de Barcelona o del casco viejo sevillano de los años

 trucción (Guerín, 2002) o De nens (Jordá, 2003), testigos   80, pueden iluminar nuestro pasaje de cambio de tempora-

 de excepción del impacto en sus ciudadanos del proceso   lidad histórica en su recuperación para la ficción de la pre-

 imparable de ilegalización de la pobreza asociado a la pro-  sencia de aquellos primeros excluidos del escaparate de la

 ducción del espacio urbano de este modelo. A estas obras se   modernidad socialdemócrata en los procesos de gentrifica-

 sumarían en los últimos años, Biutiful (2010) de Alejandro   ción de los centros urbanos.


 González Iñárritu o Mercado de futuros (2011) de Mercedes   La popularidad de la ficción audiovisual criminal y poli-

 Álvarez, producciones que hacen visible una ciudad y unas   ciaca no dejó de aumentar en España durante los años de

 historias de vida prácticamente irrepresentables en las pan-  la burbuja inmobiliaria, siendo especialmente relevante su

 tallas durante los años del boom.   presencia en la televisión en series como El comisario (1999-

 El cambio de un régimen de representación de la despo-  2009), Policías, en el corazón de la calle (2000-2003), Los

 sesión  en la temporalidad de crisis tiene unos efectos so-  hombres de Paco (2005-2010), Caso cerrado (2005) o Cuenta
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 bre la producción de ficciones en las que, tal y como suce-  atrás (2007-2008). En todas ellas se ensalzaban, en clave de


 día en el imaginario bajtiniano de la plaza pública analizado   comedia costumbrista o de melodrama de acción, los valo-

 en el apartado anterior, “lo que es periférico socialmente   res de eficacia y profesionalidad de los cuerpos de seguridad

 pasa a ser central simbólicamente” (Babcock 32). La cri-  del Estado, al tiempo que se mostraba el “lado humano” de

 sis convoca otras memorias de la pobreza y de la exclusión   los agentes en los conflictos de su vida privada. De esta ma-

 ubicadas en el corazón de estas “ciudades invisibles”, donde   nera, el espectador podía empatizar con aquellos que no de-

 todavía podemos reconocer una continuidad en la memo-  jaban de ser unos trabajadores más al lado de los profesores,

 ria de aquellas vidas en las que la pobreza y la desposesión   periodistas o médicos que poblaron otras de las ficciones te-

 ya estaban presentes en otros ciclos económicos anteriores.   levisivas del periodo.

 Al menos eso pensaron directores como Alberto Rodríguez,   La confianza de los ciudadanos españoles en las fuerzas


 con su obra Grupo 7 (2012) o Rodrigo Rodero, director de   de seguridad del Estado, que habían dejado progresivamen-

 El idioma imposible (2010), cuyos protagonistas, traficantes   te de vincularse a la continuidad con un régimen franquista

         que no habría depurado sus plantillas y cuadros de mandos,

         se quebró a partir del mes de mayo de 2011. En el escena-
 19  Butler y Athanasiou analizan en Dispossession: The Performative in the
 Political  (2013) el concepto de desposesión como componente clave   rio de las acampadas en ciudades y pueblos de toda España,

 para el establecimiento de relaciones sociales, cuya base se encuentra en   se asistió a la violencia de unas cargas policiales en las que
 las condiciones materiales de existencia a partir de las cuales puede pen-  parecían regresar escenas de tiempos pasados. En la prensa
 sarse la construcción de una individualidad en relación con el derecho a   y en las redes sociales, las fotografías y vídeos de las agresio-

 la propiedad frente a su desposesión forzada o coercitiva.





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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
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