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niéndonos a la norma el “sexo digital” no supone ninguna drían por qué influir ni en el continente ni en el contenido
modernidad, porque las prestaciones venéreas de los dedos de la escritura, igual que los telegramas jamás engendraron
fueron descubiertas —su nombre lo delata— por el pitecan- nuevas formas [stop] de leer [stop] o de escribir [stop]. Pero
tropus erectus, aunque el diccionario no recoja ninguna fra- una cosa es el continente y el contenido, y otra muy distin-
se que lo sugiera, como en los casos de esas expresiones que ta el incontinente y el contenido. Al comienzo de Los cua-
hablan de poner “el dedo en la llaga”, “el dedo en la frente”, tro jinetes del Apocalipsis (1916), nada más llegar a París pro-
“el dedo en la boca” o “el dedo en el culo”. ¿Por qué no exis- cedente de Buenos Aires, Julio citó a su amante junto a la
te una locución que precise otra locación? La Real Acade- Gare Saint-Lazare a través de una carta neumática. Siempre
mia cree que nos chupamos el dedo. atento a las novedades de su tiempo, Blasco Ibáñez intro-
dujo las cartas neumáticas en sus ficciones, aunque en Es-
Ocho paña nadie hubiera oído hablar de ellas porque sólo existían
Alberto Manguel sugiere en El sueño del Rey Rojo (2012), en Londres y París. En efecto, aprovechando los túneles del
que leer en una pantalla es como leer un pergamino me- metro, los servicios postales de Londres y París tejieron una
dieval que vamos desenrollando hacia arriba o hacia abajo. red de tuberías por las que pequeños cilindros que conte-
En realidad, la novedad del libro electrónico debería correr nían cartas urgentes y galantes volaban a 800 metros por
por cuenta del lector creativo y humanista que desde los minuto, propulsadas por aire comprimido. Las criaturas de
tiempos de San Agustín aprende, recuerda, inventa, regis- Proust concertaban sus citas pecaminosas a través de cartas
tra, rechaza, sublima, subvierte y se maravilla mientras lee. neumáticas y en la red todavía se subastan cartas neumáti-
Los lectores creativos se enriquecerán con las nuevas tecno- cas eróticas de Rodin, Breton, Cocteau, Picasso y Modiglia-
logías, mientras que los lectores pasivos se aburrirán igual ni, manuscritas con inextricable redacción, porque la ur-
que con los mamotretos encuadernados. Manguel no duda gencia sexual consiente palabras que la sintaxis no entiende
de la compatibilidad del libro digital con el libro impreso y la gramática repudia.
de toda la vida. La verdad es que yo tampoco, aunque gra-
cias a mi condición de “discontinuado” he aprendido que el Diez
Word 1997 sí es del todo incompatible con el Word 2010 Escribir en español en un mundo tecnológico —genital o
y que para abrir un archivo docx hace falta un Word ad hoc. digital— precisa las palabras, porque sin palabras no habría
escritura ni sería en español. ¿Y cómo se escribe en la red?
Nueve Daniel Cassany es rotundo al respecto: “Primero se dijo que
La vertiginosa esgrima del chat, la urgencia de responder la red había difuminado la frontera entre la escritura for-
la mensajería instantánea o la necesidad de instalar de in- mal y el habla espontánea, pero lo que en realidad ha hecho
mediato la última versión del procesador de textos, no ten- es romper el monopolio que tenía hasta ahora la escritura
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015