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Cinco sexo online será tan high tech que todo el mundo nos dará
Si yo hubiera nacido en esta era de internet, webcams y por cool. Como se puede apreciar, el fin del libro genital
redes sociales jamás habría escrito mi novela Libro de mal contemporáneo es tan inexorable como el triunfo del sexo
amor, porque cuando uno era joven sólo era posible ligar digital que nos aguarda, aunque ahora mismo no sea igual
en directo y ahora las nuevas tecnologías te permiten ligar hacerlo por You Tube que hacerlo por your tube.
en karaoke, diferido, play-back o videoclip. Las chicas de mi
época se horrorizaban nada más enterarse que me gustaban, Siete
mientras que a las chicas de hoy les encanta que les estam- El futuro de la escritura en español no puede romper con el
pen un “me gusta” debajo de cada foto del muro de su Face- pasado de la escritura en español. Así, la primera acepción
book. Ahora hasta los tímidos, tartamudos y vergonzosos lo de “genital” —del latín genitalis— en el Diccionario de Auto-
tienen más sencillo, porque les basta con enviar a través del ridades (1732) era “Lo que sirve para la generación”, defini-
móvil o del e-mail un emoticono colorado, un emoticono ción que ha llegado tal cual hasta nuestros días. ¿Habrá algo
sonriente o un emoticono picarón. Si yo le hubiera manda- más propicio que los libros para la generación? Pienso en la
do una lenteja guiñando un ojo a cualquier chica de los 70, Biblia, en la epopeya de Gilgamesh o en los poemas homé-
seguro se habría quitado un beso de encima negándome el ricos, y creo que no exagero si aseguro que el código gené-
saludo. tico de toda la literatura universal ya estaba encriptado en
aquellos libros primordiales y venerables. Por lo tanto, bas-
Seis taría una sola línea generatriz para demostrar la naturaleza
Los apocalípticos sexuales harían una cerrada defensa del genital de los libros, partiendo de Homero y terminando en
restregamiento corporal, del placer como chapoteo líqui- Borges, pasando por Virgilio, Dante, Montaigne, Cervan-
do, del erotismo como “ciencia fricción”, del 69 como nú- tes, Shakespeare, Swedenborg, Baudelaire, Conrad, Kafka y
mero primo y del polvo serrano como coito ergo sum; mien- Joyce. Los genitales por excelencia son los libros y encima es
tras que los integrados harían una apología del sexo limpio un placer tenerlos cuadrados. Por el contrario, la evolución
exonerado de pelos, pringues y olores; del sexo sano a salvo de la palabra “digital” sí que ha sido más azarosa, pues aun-
de gérmenes, bacilos y bacterias; del sexo a la carta rico en que la RAE le atribuye hoy hasta cuatro significados, entre
avatares, replicantes y hologramas; y del sexo libre sin com- 1843 y 1899 únicamente admitía como tal a una hierba de
promisos, sin attachments embarazosos y especialmente sin la familia de las escrofulariáceas. En realidad, sólo a partir
sobrecamas, que vienen a ser algo así como las sobremesas, de la edición de 1914 del DRAE, la voz “digital” —del latín
pero encima de otro mueble. En aquel futuro más que pro- digitalis— quedó definida como “Perteneciente o relativo
bable, follar con los genitales será tan anticuado como leer a los dedos”, manteniéndose así hasta la vigésimo segunda
las pagínas —¡perdón!— las páginas de un libro, y tener edición del año 2001. No quiero ser aguafiestas, pero ate-
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015