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el ingreso, el cual será consciente y voluntario sólo en “La   identidad perdida o sustituida por el consumo pueden en-

 habitación maldita”. Por el contrario, en los otros dos ca-  tenderse como metáforas de la deslocalización y el no saber

 sos, el acceso al espacio del umbral aparece como un hecho   que acompañan a la experiencia migratoria en general, a la

 involuntario, sorpresivo y violento, que rompe con las ex-  vez que subrayan el sufrimiento inherente a la condición de

 pectativas lógicas de los protagonistas. Así, el acceso al um-  los migrantes indocumentados e, incluso, la violencia ejer-

 bral evoca la desaparición forzada, el arresto domiciliario o   cida en ocasiones sobre sus cuerpos.

 la permanencia en un Centro de Internamiento en “La casa   El espacio del umbral en sí mismo, al igual que el ingre-


 de muñecas” y el confinamiento en solitario en “El mila-  so a este continuum espacio-temporal o las consecuencias

 gro maldito”. En los tres textos, ingresar al umbral conlleva   de haber accedido a él, suponen una defraudación radical

 consecuencias hiperbólicas, imprevisibles para los protago-  de las expectativas de los personajes, es decir un quiebre en

 nistas y asimilables a formas extremas de disciplina social,   la lógica que hasta ese momento había regido sus vidas. Así

 linderas con el maltrato o la tortura, como la privación del   estos textos breves permiten ensayar ficcionalmente la des-

 sueño (“La habitación maldita”) o el aislamiento (“La casa   localización que acompaña la experiencia migratoria en tres

 de muñecas”, “El milagro maldito”).   instancias posibles. O, para decirlo con términos de Ette,


 De este modo, el umbral como espacio intermedio entre   estos microrrelatos ofrecen la posibilidad de experimentar

 la vida y la muerte, entre dos formas de vida o entre mun-  algunos aspectos de la convivencia social, específicamente

 dos que se incluyen pero están incomunicados entre sí, ge-  aquéllos relacionados con el encierro disciplinario y la mi-

 nera un núcleo semánticamente productivo. Este núcleo de   gración. En “La habitación maldita”, el “estar fuera de lu-

 sentido, correlacionado con la inscripción de la identidad   gar” apuntaría al proceso de aculturación, si se interpreta

 inmigrante de Iwasaki en el prólogo y el epílogo, legitima   el encierro del protagonista como parte de su proceso de

 en los textos la resonancia del sema de la clausura con las   aprendizaje de nuevos códigos y sobreentendidos culturales

 circunstancias sociales planteadas por el influjo inmigrato-  (por ejemplo, la solvencia económica —ser cliente habitual

 rio a las que me referí anteriormente, permitiendo vincular   del hotel— no garantiza el acceso al bien deseado: la habita-


 estas mini-ficciones con la experiencia de la migración. Si   ción). En “La casa de muñecas”, se enfatiza la desconexión

 bien estas circunstancias desbordan la experiencia personal   entre el ámbito individual y familiar del migrante y la so-

 del autor (limitada a su condición de inmigrante legal y pri-  ciedad de recepción, en la que éste se encuentra incluido

 vilegiado por su capital social), ellas dan cuenta del impacto   como un objeto (y no un sujeto), miniaturizado e invisibi-

 social de los desplazamientos migratorios a nivel transatlán-  lizado. En “El milagro maldito”, el ensaye ficcional se orien-

 tico y peninsular (Cabrera) y del rol de los Centros de In-  taría hacia la experiencia carcelaria y de restricción extrema

 ternamiento de Extranjeros en la política inmigratoria espa-  de la libertad del migrante retenido por el engranaje institu-


 ñola. Así, espacio hostil, claustrofobia, asfixia familiar y una   cional y legal del país receptor, el que —como la ideología






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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  2 , 2014-2015
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