Page 142 - Revista2
P. 142
el ingreso, el cual será consciente y voluntario sólo en “La identidad perdida o sustituida por el consumo pueden en-
habitación maldita”. Por el contrario, en los otros dos ca- tenderse como metáforas de la deslocalización y el no saber
sos, el acceso al espacio del umbral aparece como un hecho que acompañan a la experiencia migratoria en general, a la
involuntario, sorpresivo y violento, que rompe con las ex- vez que subrayan el sufrimiento inherente a la condición de
pectativas lógicas de los protagonistas. Así, el acceso al um- los migrantes indocumentados e, incluso, la violencia ejer-
bral evoca la desaparición forzada, el arresto domiciliario o cida en ocasiones sobre sus cuerpos.
la permanencia en un Centro de Internamiento en “La casa El espacio del umbral en sí mismo, al igual que el ingre-
de muñecas” y el confinamiento en solitario en “El mila- so a este continuum espacio-temporal o las consecuencias
gro maldito”. En los tres textos, ingresar al umbral conlleva de haber accedido a él, suponen una defraudación radical
consecuencias hiperbólicas, imprevisibles para los protago- de las expectativas de los personajes, es decir un quiebre en
nistas y asimilables a formas extremas de disciplina social, la lógica que hasta ese momento había regido sus vidas. Así
linderas con el maltrato o la tortura, como la privación del estos textos breves permiten ensayar ficcionalmente la des-
sueño (“La habitación maldita”) o el aislamiento (“La casa localización que acompaña la experiencia migratoria en tres
de muñecas”, “El milagro maldito”). instancias posibles. O, para decirlo con términos de Ette,
De este modo, el umbral como espacio intermedio entre estos microrrelatos ofrecen la posibilidad de experimentar
la vida y la muerte, entre dos formas de vida o entre mun- algunos aspectos de la convivencia social, específicamente
dos que se incluyen pero están incomunicados entre sí, ge- aquéllos relacionados con el encierro disciplinario y la mi-
nera un núcleo semánticamente productivo. Este núcleo de gración. En “La habitación maldita”, el “estar fuera de lu-
sentido, correlacionado con la inscripción de la identidad gar” apuntaría al proceso de aculturación, si se interpreta
inmigrante de Iwasaki en el prólogo y el epílogo, legitima el encierro del protagonista como parte de su proceso de
en los textos la resonancia del sema de la clausura con las aprendizaje de nuevos códigos y sobreentendidos culturales
circunstancias sociales planteadas por el influjo inmigrato- (por ejemplo, la solvencia económica —ser cliente habitual
rio a las que me referí anteriormente, permitiendo vincular del hotel— no garantiza el acceso al bien deseado: la habita-
estas mini-ficciones con la experiencia de la migración. Si ción). En “La casa de muñecas”, se enfatiza la desconexión
bien estas circunstancias desbordan la experiencia personal entre el ámbito individual y familiar del migrante y la so-
del autor (limitada a su condición de inmigrante legal y pri- ciedad de recepción, en la que éste se encuentra incluido
vilegiado por su capital social), ellas dan cuenta del impacto como un objeto (y no un sujeto), miniaturizado e invisibi-
social de los desplazamientos migratorios a nivel transatlán- lizado. En “El milagro maldito”, el ensaye ficcional se orien-
tico y peninsular (Cabrera) y del rol de los Centros de In- taría hacia la experiencia carcelaria y de restricción extrema
ternamiento de Extranjeros en la política inmigratoria espa- de la libertad del migrante retenido por el engranaje institu-
ñola. Así, espacio hostil, claustrofobia, asfixia familiar y una cional y legal del país receptor, el que —como la ideología
142 143
Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015