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secas a la identidad latinoamericana (Ortega 32). Ambos documentados. Entre ellas, me interesa mencionar —por
críticos perciben una exaltación: de la “condición nomádi- su vinculación con lo que denomino el espacio del umbral
ca” del sujeto (Aínsa 80); de una identidad no discrimina- en los microrrelatos de Iwasaki, como mostraré más ade-
toria, basada en la práctica del diálogo, construida “en la di- lante—, la creación de Centros de Internamiento de Ex-
versidad . . . funcional e inclusiva” (Ortega 33). tranjeros, que, sólo en el 2010, acogieron a más de 26.000
El entusiasmo de los críticos por los efectos literarios de personas (Migreurop). En los Centros, de marcado carácter
la globalización se sustenta, a nivel textual, en la lectura penitenciario pese a contemplar faltas de orden civil y no
de un corpus constituido en su mayor parte por aquellos criminal, se somete habitualmente a los migrantes a restric-
autores —privilegiados por su capital social y cultural—, ciones y prácticas abusivas, como la del desnudo integral, la
que Ingeschay llamaba “internacionalizados”: por ejemplo identificación por número y no por nombre, la prohibición
Edmundo Paz Soldán, Alberto Fuguet, Andrés Neuman, del uso de celulares, la falta de información y la desaten-
Fernando Iwasaki, Santiago Rocangliolo, Jorge Volpi, entre ción sanitaria (Migruerop; Machuca). Podría decirse que el
muchos otros. A nivel extra-textual, esta posición crítica, de claustrofóbico espacio del umbral traspone en clave literaria
corte conservador y elitista, omite de su punto de mira la ese estar al margen de la vida que los Centros de Interna-
imposición violenta (ciertamente no dialógica) de las polí- miento imponen concreta y materialmente a miles de per-
ticas neoliberales en la región latinoamericana y el impacto sonas.
devastador de éstas a nivel económico, social y ambiental, Volviendo al ámbito más específicamente literario, la
sobre todo para las clases medias y trabajadoras. Estas cir- cuestión sobre cómo visualizar los procesos escriturarios ac-
cunstancias explican parcialmente la enorme presencia de tuales y a quiénes incluir en los nuevos cánones se vincu-
latinoamericanos en la península en el primer lustro del si- la con otras dos: la transformación de la industria editorial
glo (Arango et al. 259). En el contexto español, la celebra- y el punto de observación de los mecanismos de mercadeo
ción del “escritor nómade” por parte de estos críticos queda del libro, incluyendo el público al que apuntan. Como ve-
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divorciada de los efectos del flujo inmigratorio sin prece-
dentes vivido por España en las últimas décadas, en especial 6 A comienzos del siglo se forman grandes conglomerados internacio-
el crecimiento de la inmigración indocumentada (Sabater nales y multimedia, como Random House/Bertelsmann, —dueños de
et al. 191). Lumen, Plaza y Janés, Debate, y también de Grijalbo, Electa y Mon-
Satisfaciendo la demanda de trabajo poco calificado a cos- tena—, el Grupo Planeta, que incluye a Espasa Calpe, Destino y Seix
Barral, y la firma Vivendi, propietaria de Alianza y Cátedra, entre otros
tos mínimos, esta inmigración irregular se considera un fac- (Robbins 92-95), los que a su vez están asociados con importantes pe-
tor estructural en la economía del país (Sabater et al. 193) riódicos (como el grupo Santillana y el diario El País [Robbins 99]) y
y, no sorprendentemente, ha generado políticas y normas premios literarios. Por otro lado, los avances tecnológicos han permiti-
legislativas de graves consecuencias para los individuos in- do el surgimiento de pequeñas editoriales independientes, tanto en Es-
paña como en América Latina. Es oportuno mencionar que Iwasaki ha
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Revist a de alces XXI Número 2 , 2014-2015