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una forma de captar que es propia a la memoria) permiten   Cervera, se da cabida a las contradicciones contenidas (in-

 completar el puzzle de la realidad de Los Yesares y de quie-  cluso, las posibles) en ese paisaje plural (real y vivido, his-

 nes, con sus vidas y acciones, le han dado sentido secular.   tórico e imaginado) sobre el que el autor levanta sus edi-

 Por si fuera poco, Los Yesares, convertido en personaje de   ficios narrativos,  quizá como un intento de percibirlo lo
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 fondo gracias a esa mutiplicidad de voces (voces pertene-  mejor y más entero posible o de superar la mirada parcial

 cientes a quienes habitan ese paisaje), es quien permite ac-  que, a la postre, es cualquier relato que traduce la realidad.

 ceder a toda la información por ser el epicentro vital para   Y lo hace porque se tratar de una necesidad vital: explorar


 su transmisión, pues ésta, aunque, por un lado, llega a lo-  los territorios de la memoria individual y colectiva con el fi-

 mos de la memoria del autor, dado que descansa en sus vi-  nal de explicar y dar sentido a todo cuanto en ella se encie-

 vencias, por otro, también proviene de la oralidad de los   rra (olvido, imposición, horrores, traumas…). Alfons Cer-

 “otros”. Ahí radica la pluralidad de voces, la yuxtaposición,   vera lo hace sin importarle el desorden de cómo transmite

 la intertextualidad de temas, la interconexión de las anéc-  la exploración del recuerdo y su recuperación (secuencia,

 dotas que dan sustento y cuerpo a la narración y sus formas   fragmentación, etc.), porque, a la postre, lo que de verdad

 de transmisión.  importa es devolver vida a quien no la tiene (personajes so-


 Sin embargo, las novelas de Cervera, cuando usan la me-  metidos, obligados al silencio, a permanecer ocultos) y evi-

 moria como elemento esencial, suelen traer en su seno un   tar el olvido definitivo (paisaje de Los Yesares). Y, al tiem-

 ahondamiento muy especial. Porque la memoria recupera-  po, también, recalcar la sensación de que, una vez perdido

 dora no sólo atiende al paisaje recobrado (y a la reflexión   el paisaje, uno percibe la sensación de no pertenecer a nin-

 sobre éste, incluida también la reflexión acerca del vacío   gún territorio, tal como se apunta (caso de los emigrados, al

 que da forma a ese paisaje, antes de ser llenado desde el pre-  igual que los exiliados) en su última entrega narrativa Tan-

 sente de la escritura), sino que busca y echa mano de otros   tas lágrimas han corrido desde entonces.

 aspectos. En concreto, intenta dar sentido a bastantes in-

 terrogantes que, encastrados en el paisaje de fondo (y pro-


 tagonista), permiten tanto ir más allá de cuanto en verdad

 aconteció (imaginación, deseos de los personajes y sus soli-  14  “Me gusta pensar que mis tres libros están llenos tanto de situacio-

 loquios, reflexiones y pensamientos). Y, al tiempo, ahonda   nes inventadas como de otras que salen de la realidad porque al fin y al

 también en la presencia aleteante de una duda que corroe   cabo, la memoria está estructurada de tal manera que al final lo que hay
         en ella es una mezcla compleja de realidad y de ficción”. Alfons Cervera
 (“a veces lo que recordamos es mentira”, dice una de los per-  suele afirmar a menudo que “quien recuerda miente” o que “las cosas no

 sonajes de Maquis.) o, por el contrario, se aleja de ella (“más   son como son sino como se recuerdan”. Y, por ello, la memoria en sus

 allá de lo que recordamos no hay nada”. La noche inmóvil).   novelas es “posiblemente tan bastarda, tan irreal, tan inexacta como toda


 Es decir, en el todo narrativo de cada una de las historias de   memoria”, en Georges Tyras, Las voces del silencio… Entrevista citada. (El
         subrayado es nuestro).





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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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