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una injusticia fundamental que podría metaforizarse, como Desde este planteamiento, los personajes de la novela se
sugiere ingeniosamente Ignacio Ramonet, mediante un de- abren a una heterogeneidad de hipótesis biográficas para
bate televisivo ficticio cuyo presentador concediera, de ma- cada uno de ellos, a historias diferentes de sus vidas, que
nera imparcial, “un minuto para Hitler y un minuto para permiten poner en escena diversas coordenadas históricas y
los judíos” (“Garzón, la justicia y la memoria”). Frente a observar cómo éstas han sido tratadas desde la ficción. Vea-
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esta postura falseadora, que se dice a sí misma objetiva/neu- mos, como ejemplo, las tres versiones de Julio Denis que
tral al declarar que todos fueron igualmente responsables, pueden discernirse en el texto: 1) un profesor antifascis-
lo que plantea Rosa con su construcción coral, fragmentada ta que ayudaba a la disidencia desde el anonimato; 2) un
y abierta a diferentes hipótesis aspira a algo muy diferente: profesor franquista adicto al régimen que colaboraba con
a poder desentrañar la “verdad” represiva del franquismo, la policía a escondidas; 3) un sujeto intermedio, alejado a
precisamente, sin caer en los discursos reduccionistas, sin partes iguales de franquistas y antifascistas, que casualmen-
fisuras, demasiado cómodos, que repetidamente se desplie- te se ve involucrado en los incidentes al ser erróneamente
gan en la narrativa contemporánea. 9 inculpado de encubrir propaganda subversiva en las noveli-
tas de quiosco que escribe y publica como medio alternati-
8 Según Luis Martín-Cabrera, este consenso ha sido configurado des- vo de subsistencia (debido a que el nombre de su protago-
de los poderes fácticos por medio de dos estrategias: la hipótesis de los nista, Guillermo Birón, coincide con el alias del estudiante
“dos demonios,” basada en la supuesta existencia de dos “bandos” simé- represaliado). De las tres posibilidades, el autor declara su
tricos enfrentados y, más recientemente, la teoría de la “multiplicidad de
memorias heterogéneas” que en concordancia con el axioma liberal de simpatía ideológica hacia la primera, pero, no obstante, de-
la multiculturalidad, opera sobre la base de que todos los actores tienen dica más espacio narrativo a la segunda y a la tercera (inclu-
idéntico derecho a exponer su visión y a estar representados (9). so incluye un capítulo escrito a dos columnas en el que se
narran sus antecedentes históricos) en base a que, debido al
9 Una novela reciente que puede pensarse como parte integrante de esta miedo imperante, era lo que “más abundaba en aquella uni-
tendencia, más allá de su indudable mérito narrativo, es a mi modo de
ver Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas. Aún cuando reivin- versidad” (El vano 25). En realidad, a lo que apunta Rosa al
dica el sacrificio de los milicianos anónimos que defendieron los idea- abandonar la primera opción, la más tentadora según él para
les democráticos (López-Quiñones 53), Cercas carga el énfasis en el ca- el novelista (El vano 24), es a huir del sentimentalismo y la
rácter utópico y heroico de los mismos y, asimismo, como si buscara mistificación que presentan muchos “novelistas de guante
un consenso o reconciliación entre los dos bandos en conflicto, rehabi-
lita también a un alto mando falangista como Sánchez Mazas. De este de seda” (El vano 22), “cineastas industrializados” (22) o in-
modo, en palabras de Ana Luengo, “la única intención es la construc- cluso una serie televisiva que exhibe una “repugnante nos-
ción de una historia amena y de unos héroes puros que puedan servir
como monumento conmemorativo, para ensalzar a determinados com-
batientes sin ninguna relectura crítica” (270), y según Isabel Cuñado, su víctimas a una nueva ofensa” e incluso “reproduce gestos propios de la
intención de consenso, reconocida por el propio Cercas, “somete a las historiografía franquista” (7).
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013