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yi (158), y como análogamente indica Nelly Richard para po social asociado a la dictadura: los empresarios “triunfan-
el similar caso chileno, una operación más de olvido —un tes” que levantaron su fortuna en aquellos tiempos propicios
olvido que curiosamente se manifiesta como memoria (28- para el pillaje y la explotación y que junto a la “vetusta oli-
35)— en la medida favorece modelos de relato en que obli- garquía avalada por generaciones victoriosas, se repartieron
teran los aspectos más oscuros de la dictadura y sumergen la el botín durante cuarenta años” (El vano 195). Ese grupo
conflictividad histórica en la ideología del espectáculo (De- es encarnado por la figura zafia de Don Carlo Lope, sujeto
bord 192). enriquecido para el cual trabaja Denis y cuya empresa edi-
La primera hipótesis de Julio Denis (profesor antifascis- torial da cuenta del propio devenir propagandístico del ré-
ta), como se expuso más arriba, es abandonada por Rosa en gimen, desde la difusión de la moral católico-fascista de sus
aras de hacer más efectivo su cometido ideológico. Quedan, primeras publicaciones (El vano 195-208), hasta una litera-
por tanto, la segunda (profesor fascista) y la tercera (sujeto tura de entretenimiento y evasión (al estilo de Corín Tella-
intermedio) versión. La segunda, la más factible histórica- do) que, salvando las distancias, se conecta en cierta medida
mente, brinda la oportunidad de hacer una incursión en la con la narrativa banal y comercializada que en el fondo ridi-
universidad franquista y en su devenir histórico, desde las culiza El vano ayer. Tanto el colaboracionismo secreto como
purgas llevadas a cabo tras la guerra hasta el presente narra- el expolio a manos del Estado franquista son circunstancias
tivo de la novela. Asimismo, permite reflexionar sobre una molestas de las que apenas se ha hablado o escrito, quizás
de las figuras más ominosas de la dictadura: el chivato, el porque aún salpican a mucha población y porque implican
delator, el colaborador policial que también abundó en la instancias de violencia menos llamativas (y, por ello, menos
universidad y en su profesorado. Este sujeto histórico, in- rentables). Según advierte Slavoj Žižek, la contemplación
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centivado por el régimen y endémico en todos los órdenes de las formas más directas y visibles de la violencia a menu-
de la vida, de cuya acusación ningún personaje está fuera de do actúa como un señuelo fascinante que impide pensar o
sospecha (Julio Denis, pero también otros como el propio dar cuenta de otras manifestaciones menos espectaculares:
André Sánchez), es diseccionado ingeniosamente en un ca- la violencia sistémica, resultante de las estructuras econó-
pítulo de la novela a partir de su fenotipo español (El vano micas, y la simbólica, propia del lenguaje y sus formas (9-
74-80). Sin embargo, es la última opción biográfica del pro- 18). A través de estas dos figuras históricas (chivato y ex-
fesor, situada en un terreno intermedio, la que poco a poco poliador), Rosa llama precisamente la atención a esas otras
va ganando en intensidad y en espacio narrativo. Es, ade- violencias que, como él mismo indica en un artículo, yacen
más, la posibilidad más novelesca, puesto que implica un
misterio por resolver y una equivocación policial. Al mismo 13 Caben notarse, sin embargo, algunas obras que desde la literatura han
tiempo, esta tercera posibilidad, que presenta a un Denis tocado estos temas. Por ejemplo, el delator protagoniza El día de mañana
escritor de novelitas de quiosco, pone en escena a otro gru- (2012) de Ignacio Martínez de Pisón, mientras el empresario enriqueci-
do gracias al régimen aparece en Crematorio (2007) de Rafael Chirbes.
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013