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Ahora bien, tal como afirma Raymond Williams, toda dormida de Dulce Chacón, que caen fuertemente en el capi-
producción cultural hegemónica contiene necesariamente tal sentimental y nostálgico, han cumplido una importante
un afuera —“ninguna cultura dominante jamás en realidad misión a la hora de dar a conocer las luchas de las mujeres
incluye o agota toda la práctica humana” (171)— en don- encarceladas por Franco), así como las novelas más críticas
de habitan elementos alternativos, opositores a ella, o en sus necesitan una infraestructura económica y nunca son com-
palabras, “residuales y emergentes” (167-171), y por ello, pletamente independientes de la norma establecida, creo
evidentemente, la ficción centrada en la dictadura (dejando que, de igual modo que pueden detectarse prácticas espec-
aquí de lado otros ámbitos culturales como la investigación tacularizadas, pueden reivindicarse relatos que revelan una
historiográfica o los excelentes documentales que se han he- inequívoca aspiración de arrojar luz crítica/reflexiva sobre el
cho en los últimos años) también ha registrado la presencia pasado, articulan otras visiones alternativas y conflictivas de
de elementos contrahegemónicos, discordantes, residuales/ la historia, y reclaman otra verdad y otra justicia. Dentro
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emergentes al decir de Williams, que se mueven al margen del corpus de obras que podrían enmarcarse en esta línea de
de los criterios de espectacularidad o del consumo, y que no ruptura se halla, claro está, El vano ayer de Isaac Rosa. 5
están fundados en los paradigmas comúnmente aceptados.
¿Dónde reconocer, entonces, esa memoria otra, crítica, dis- 4 Una memoria así entendida sería susceptible de transformarse, a su
crepante o, como dijera Walter Benjamin, centrada en “ce- vez, en una herramienta política para combatir las injusticias actuales y
pillar la historia a contrapelo” (144)? Sin pretender dividir rebelarse contra la aceptación acrítica de nuestro tiempo, no sólo debido
a que muchas de las desigualdades e insolidaridades hoy existentes hun-
la ficción histórica de acuerdo a una rígida lógica taxonó- den sus raíces en la época dictatorial (Navarro 131), sino además por-
mica (obras críticas a un lado y obras acríticas a otro), dado que el recuerdo de los oprimidos de antaño suscita intrínsecamente una
que no es sencillo distinguir entre aquello que constituye atención y una solidaridad hacia quienes ahora sufren las nuevas formas
lo dominante y su opuesto, y porque además siempre hay de violencia y de explotación (Mate 18).
elementos muy valiosos en las versiones más comercializa- 5
Al margen de las de Isaac Rosa, algunas obras que pueden destacarse
das (por ejemplo, algunas narraciones exitosas como La voz en este sentido, por citar sólo algunas, son: La larga marcha (1996) o La
caída de Madrid (2000) de Rafael Chirbes, La higuera (2006) o Verdes
valles, colinas rojas (2005) de Ramiro Pinilla, La mitad del alma (2003)
La malamemoria (1999) a la que Rosa añade comentarios al final de de Carme Riera, Todo está perdonado (2010) de Rafael Reig, El paraíso
cada capítulo para desnudar las convenciones y las construcciones do- perdido (2001) o Gogol en el palacio del Pardo (2007) de Antonio Pérez
minantes (en los que él mismo había caído) de los relatos sobre la guerra Ramos, La noche en que fui traicionada (2004) o El falangista vencido y
y la dictadura. En este aspecto, el discurso metacrítico de ¡Otra maldita desarmado (2006) de Andrés Sorel, Maquis (1997) o Tantas lágrimas han
novela sobre la guerra civil! se complementa con el de El vano ayer. Por corrido desde entonces (2012) de Alfons Cervera, Mala gente que camina
razones de espacio, sin embargo, el presente artículo se focaliza tan sólo (2006) de Benjamín Prado, Enterrar a los muertos (2005) o El día de ma-
en esta novela. ñana (2011) de Ignacio Martínez de Pisón, Los girasoles ciegos (2004) de
Alberto Méndez, Lo real (2002) de Belén Gopegui, Las voces del Pama-
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013