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Por eso, los dos últimos poemillas (el 5 y el 6) pueden ser el cual condenaba a la especie humana siempre presa de sus
considerados como una liberación otorgada por una muer- contradicciones, de sus creencias engañosas y, finalmente,
te que ya ha dejado de apresar. Además, la muerte como de su propia barbarie.
mero tránsito y pasaje se sustrae de todas las creencias y los La virtualidad de la reencarnación liberadora se concre-
ritos —más o menos consolatorios y alienantes— con los tiza, en el último poema, en una evidente transmigración
cuales se vincula en las representaciones y en los imagina- asociada a una especie de desdoblamiento del yo poético,
rios colectivos. El reconocimiento de la mera contingencia, que se contempla y se interroga a sí mismo mediante un
del insondable azar y del efímero sueño-pesadilla que es la “alma” y una “conciencia” que han salido de su cuerpo para
vida siempre incierta, dudosa y precaria, se une en el poe- transmigrar en el de un gato inquisidor y escrutador:
ma 5 al deseo de abstraerse del tiempo de la humanidad así
como de la engañosa existencia: ¿Hay un reproche mudo
a una maldad que oculto?
[...] ¿Es una invitación
Se está y ya no se está. a expiar una pena?
Ascendientes y prole El gato no es un gato.
no sufren de la ausencia. Es mi alma y mi conciencia. (Goytisolo, Ardores 17)
Placidez aconchada,
aire limpio del vuelo En algunas tradiciones esotéricas, como es el caso en cier-
Ser tortuga o cigüeña. (Goytisolo, Ardores 16) tos autores de la cábala judía (en especial, la española), se
afirma que la transmigración del alma de una persona en un
El deseo de reencarnación en “tortuga” o “cigüeña” ofrece animal se debe a las culpas y las faltas (en particular, sexua-
la posibilidad de acceder a lo extra-temporal, de franquear les) que el individuo cometió y que ha de expiar cumplien-
por fin las fronteras y las barreras del yo y del tiempo en los do con su castigo durante varios años (Scholem 525). El
cuales no dejan de engendrarse las ilusiones así como las objetivo de la transmigración consiste entonces en la puri-
miserias humanas. Dejada atrás la terrible y algo monstruo- ficación del alma y en el perfeccionamiento posterior de los
sa condición de “ser antropomorfo”, la anhelada reencar- actos de la persona con miras a enfrentarse con un nuevo
nación en una especie viviente animal es considerada como juicio. Esa nueva transmigración —en la novela Carajico-
una suerte de metamórfosis liberadora —y acorde con la media (2000) ya se recurre, de manera muy diferente, a ese
verdad de los ciclos naturales y vitales— de todos los ata- fenómeno de la metempsicosis— no se separa aquí de cierta
vismos, las ataduras y representaciones manipuladoras. Ese (auto)ironía aludiendo, de modo implícito, a la trayectoria
poemilla elabora, pues, una continuación original de la voz vital del propio escritor —las imagenes erótico-místicas del
y del discurso del demiurgo mefistofélico en Telón de boca, luchador ligadas al deseo homosexual también marcan, des-
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013