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de luego, esa trayectoria— y sobre todo a una figura muy                                                                lidad inherente a la transmigración—, sino sobre todo para

         presente en la obra goytisoliana. Esa figura reside en la per-                                                          seguir desentrañando, en lo más recóndito del sujeto poéti-

         sona a la que se enjuicia y condena (es el caso del atrabilia-                                                          co, la percepción interiorizada de la individualidad propia

         rio narrador-protagonista de Paisajes después de la batalla),                                                           de la posible coherencia íntima siempre (re)descubierta por

         la que se confiesa mediante la autocrítica (como hace el per-                                                           el yo en la palabra poética y la escritura. El alma es, pues,

         sonaje transexual Ángel en Makbara) y a la que se interro-                                                              una especie de imagen que esa conciencia tiene de sí misma

         ga sin cesar y debe justificarse (tal como le ocurre al narrra-                                                         como núcleo de subjetividad indisociable de la ardua expe-


         dor-protagonista de La cuarentena frente a los ángeles de la                                                            riencia interior de la puesta a prueba del yo siempre enfren-

         tradición escatológica islámica, Naquir y Muncar).                                                                      tado consigo mismo. El “reproche”, la “maldad” y la “pena”,

             Más profundamente, en este último poema de Ardores,                                                                 que pueden acorralar al yo, son entonces otros sustantivos

         cenizas, desmemoria, mediante la transmigración el lector se                                                            y nombres que jalonan el dificultoso camino recorrido para

         enfrenta a la variación poética de una voz constante en la                                                              intentar desentrañar el sentido, siempre infinito e inabarca-

         creación literaria de J. Goytisolo. Se trata de la voz que sub-                                                         ble, de la radical subjetividad, de la preservación de un es-

         sume la del escritor como sujeto histórico y que delinea im-                                                            pacio de libertad hacia sí mismo y del deseo de reconoci-


         plicítamente la posible coherencia íntima de unos actos, de                                                             miento de un yo en perpetua migración interior. A través de

         unas posiciones y decisiones, pero también la de una mo-                                                                ésta la extensa obra literaria ya realizada y la por venir, pero

         ral personal y la del valor de verdad del constante diálogo                                                             también el incesante adentramiento y la proyección en el yo

         consigo mismo cuyo sentido radica en el anhelo de lucidez.                                                              múltiple permanecen siempre vigentes como eterna e infi-

         Por eso, la escritura de J. Goytsiolo resulta indisociable no                                                           nita búsqueda.

         sólo de una auténtica toma de conciencia del poder de resis-                                                                En el poemario Ardores, cenizas, desmemoria —el cual ya

         tencia, de desvelamiento y liberación, que es capaz de con-                                                             no tiene otras condiciones de producción literaria que las

         quistar el lenguaje literario a través de su dimensión crítica                                                          de su primordial necesidad y manifestación internas—, la

         y política, sino también de una forma de ascesis del yo que                                                             migración interior situada en el yo y la palabra poética in-


         no deja de cuestionarse y sobre todo de ponerse a prueba a                                                              daga y penetra en la condición humana, su sueño, miseria

         la luz de la exigencia, intelectual, moral y poética, de la au-                                                         y tragedia, a la vez que arroja luz sobre la efímera belleza y

         tenticidad del reconocimiento de sí mismo en lo más pro-                                                                las crueles pérdidas ya presentes en la obra goytisoliana. Esa

         fundo de la potencia de revelación y de lucidez del acto de                                                             belleza y esas pérdidas continuan redescubiéndose en el yo

         escritura.                                                                                                              del sujeto de escritura transfigurándolo ahora en una voz y

             El último verso del poemilla final pone de relieve la dis-                                                          un cuerpo poéticos definitivamente unidos a los ciclos vi-

         tinción entre el “alma” y la “conciencia” no sólo para con-                                                             tales, a los ritmos de subjetivación y a los últimos destellos


         ciliar dos planos de significación —en relación con la dua-                                                             (procedentes de universos, imaginarios y tiempos) de un






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