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los poemas iniciales. Así pues, en la primera composición contenible proceso de deserción de los recuerdos y por el
de “Cenizas” la voz poética se encuentra puesta a distancia olvido, sólo la intensa fuerza de concentración y convergen-
y casi borrada después de la consumación absoluta del cuer- cia (de las percepciones, los deseos y afectos) en el fulgor y
po amado en cuanto respuesta así como justificación de la la efímera felicidad del instante presente salvaba al narra-
incontenible pasión amorosa y luz-faro de una existencia ya dor-protagonista del agujero negro del vacío.
convertida en nada: En cambio ahora, incluso la “embriaguez del instante”
—la de la anterior fusión amorosa y aniquiladora— tam-
Cenizas bién desaparece, puesto que su poder de concentración, de
ya sin rescoldo alguno. precaria resistencia al tiempo y de dicha absoluta se deva-
Final de la consumación. nece por entero en la medida en que todo lo existente ya
Nada es la llama contiene en sí la sustancia, la condición y el principio de
que alumbró,
el ardor que da vida su abolición. En efecto “Nada es la llama/ que alumbró,/ el
a la voz y a la imagen. ardor que da vida” porque la nada, que no tiene aquí gran
Todo se extingue cosa de la espiritualidad mística, ya está enraizada en todo:
y disipa en la vida, la voz, la imagen y los instantes que son enton-
la embriaguez del instante. (Goytisolo, Ardores 11) ces puros destellos, rayos y partículas de la embriaguez y de
las emociones del sueño contemplativo definitivamente di-
La resonancia general que se amplifica de un poema a suelto. Concentrando en las sílabas más mínimas cuanto se
otro extiende las líneas de continuidad semántica que en- mostró, se expresó e iluminó en los poemas de “Ardores”,
cauzan la intensidad relacional en el poemario, acentuan- las cenizas manifiestan unas palabras y unos ritmos que se
do la progresiva transfiguración de la imagen y de la mate- sintetizan en dos nociones claves: la nada se apodera de todo
ria poética reducida aquí a la radicalidad de lo esencial que porque ya está en él desde el principio. Apartado de la coin-
transmite el tenue aliento de una voz entrecortada y casi cidencia oppositorum de la poesía mística, el sujeto de escri-
agónica. Los tres primeros versos remiten —como conti- tura pone de relieve una nueva lucidez de la complejidad
nuación— al cuerpo en llama viva del poema anterior y, a dejando traslucir las venas y vetas en las cuales circulan por
la vez, explicitan los cuatro siguientes alusivos a la “voz” y la poco tiempo los últimos sentidos todavía avivados por la
“imagen” del luchador en la sección “Ardores”. Las cenizas voz poética.
de la llama-cuerpo-alma ya reducida a nada —y conside- Un claro cambio de emplazamiento enunciativo se opera
rada como mero embeleco del pasado— conduce más allá en el segundo poema de “Cenizas”, donde el yo contempla-
el vértigo del vacío desencadenado en Telón de boca (Goyti- dor y el tú cuerpo-objeto de la contemplación permanecen
solo, Obras 831). En esa novela-poema marcada por el in- en ámbitos y mundos separados; de ahí la imposibilidad de
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013