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     lenguaje por un sujeto inseparablemente, invención de su   novela-poema Telón de boca, profundiza en la metafísica de
 propia historicidad”; 126). La reciprocidad entre el lengua-  la desaparición y la extinción a través del radical desprendi-
 je y el sujeto implica necesariamente una actividad de trans-  miento respecto al yo y al mundo.
 formación, de constante redefinición y de tensión múltiple   Los cuatro primeros poemas se centran en una imagen
 en la materia viva del poema que da luz a su propio sujeto   arquetípica en la rama mudéjar de la obra goytisoliana, a
 en permanente devenir. En Ardores, cenizas, desmemoria, ese   saber, la del luchador turco (o iraní) como símbolo vivo
 sujeto de escritura emerge de una especie de migración in-  del deseo erótico unido a la experiencia espiritual mística
 terior que pone de relieve cómo la voz poética, situada en   mediante el enardecimiento aniquilador de unos sentidos
 un más allá, desciende en la interioridad del yo dando sig-  como revelación transcendente de sí mismo. En Las virtu-
 nificación a los afectos, las iluminaciones, los ritmos y las   des del pájaro solitario y sobre todo en La cuarentena la vi-
 palabras que hacen de ese yo el núcleo de la actividad de   sión y proyección en la coyunda de los luchadores era la
 transformación propia del poema como espacio-atalaya po-  fuente de la transformación unitiva en lo más hondo de la
 tencialmente abarcador de toda una obra.  cual —redefiniendo la estética de la teosofía del místico an-
 Las tres secciones del poemario, que se denominan res-  dalusí Ibn Arabí— el yo fusionaba con su verdad profunda
 pectivamente “Ardores”, “cenizas” y “desmemoria”, no con-  (Goytisolo, Obras 191-93). En el poemario se lleva a cabo
 notan una idea de continuidad relativa a periodos o a etapas   un sutil desvío de la significación del lenguaje místico, pero
 sucesivas. La coherencia de la ajustada ordenación de esas   sin desvirtuarlo. En efecto, las primeras palabras, “Ardor de
 tres secciones, que presentan dos poemas en las dos prime-  la contemplación”, reanudan con la simbología mística in-
 ras y otros cinco breves en la tercera, se debe a la naturale-  corporándola en tres redes semánticas típicas —la del de-
 za específica de su poética y a la del alcance metafísico en el   seo erótico, del éxtasis místico y de la aniquilación debida
 cual lo imaginario es, a la vez, una especie de horizonte nue-  al poder represivo—, que potencian la dinámica de un es-
 vamente iluminador de lo ya vivido dejando así traslucir un   pacio relacional entre las palabras y figuras.
 aliento cada vez más escueto, pero todavía a la escucha de lo   Se trata así de instalar en el centro del lenguaje poéti-
 ya dicho y de su cristalización presente. Muy lejos entonces   co una continua porosidad en cuanto umbral invisible del
 de presentar un tríptico, el poemario contiene un mecanis-  constante pasaje del plano aparentemente místico al de una
 mo de péndulo, pero también de vertientes reversibles en   contingencia e inmanencia que terminan por extinguir y
 las que las dos primeras secciones aparecen como dos caras   engullir los últimos destellos de la belleza erótico-mística y
 de una misma moneda atravesada por el hilo conductor de   de la siempre anhelada fusión con ella. De ahí la especie de
 una ya imposible —aunque siempre anhelada— transfor-  invisibilidad intersticial que se inscribe en la materia de un
 mación unitiva con el cuerpo deseado; mientras que la últi-  lenguaje poético depurado y abierto sobre varios cauces de
 ma sección, como nueva variación de elementos claves de la   significación para mejor excavar en la palabra los surcos más
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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
     	
