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2012 con tal acto se hacía explícito que el fútbol iba a ope-                                                           te a campeona y la gloriosa “armada roja” en la “hora del

         rar como el telón de fondo fantástico de la representación                                                              triunfo”, se puede verificar la transformación estructural del

         pública del traspaso oficial de la restante soberanía econó-                                                            mundo del fútbol español, donde entidades nacionales se

         mica nacional al capital global.                                                                                        han convertido en marcas globales (Llopis Goig).

             Telón  de  fondo  fantástico,  sí,  pero  fundamentalmen-                                                               La globalización del fútbol español se produjo, así, al mis-

         te quijotesco. A comienzos de milenio el fútbol mantenía                                                                mo tiempo que creció la “burbuja del ladrillo”. Por ello no

         una correlación excesiva con las fantasías con las que el país                                                          sorprende saber que se financió merced al endeudamiento


         se imaginaba. Los éxitos de la selección nacional, después                                                              de los clubes, con frecuente aval público, y gracias a su con-

         de décadas mediocres, se interpretaron en clave económi-                                                                nivencia con proyectos especulativos e inmobiliarios, en un

         ca, como el reconocimiento simbólico de la pujanza empre-                                                               cruce continuo de intereses políticos y económicos (Mén-

         sarial y geopolítica de una “marca España” que, en el año                                                               dez “El fútbol, otra burbuja pinchada”). Si el número de ae-

         2008, todavía se autoimaginaba como la del “milagro espa-                                                               ropuertos o de kilómetros de autovías es, en España, muy

         ñol” (EFE 2011). Si, históricamente, la pobreza de los re-                                                              superior al de otras naciones de su entorno (Alegría), otro

         sultados obtenidos por la selección nacional se veía como                                                               tanto puede decirse de la desproporción de las dimensiones


         síntoma de una normalización pendiente, derivada, de la                                                                 del sistema económico del fútbol español, a propósito de su

         imposibilidad de una identificación nacional uniforme, des-                                                             inmensa presencia mediática, y de su deuda, características

         de 2008, al ritmo que crecían las victorias de la furia roja,                                                           todas que refuerzan la estructura excesiva de la correlación

         comenzaba a celebrarse más bien lo contrario, la capacidad                                                              que el fútbol mantiene respecto de la realidad nacional que

         de la selección de encarnar el mejor espíritu de la nación.                                                             simboliza y conforma. “La deuda del fútbol español no sólo

         El equipo, desde entonces, ofrecería una imagen modéli-                                                                 es económica, sino moral” (Iríbar). Así pues, espejo de Espa-

         ca de lo que podría ser la comunidad nacional, a veces una                                                              ña, sí, pero espejo deformante, black mirror, en el que una

         traducción directa de los valores populares que aún atesora                                                             sociedad pesimista y desmoralizada siempre podrá redescu-

         la España mesocrática (“el tarro de las esencias se destapó”,                                                           brirse capaz de singulares proezas al activar valores de coo-


         “somos gente de la calle, gente normal” dijo el guardame-                                                               peración, esfuerzo, trabajo y sacrificio, valores que, además,

         ta Casilla, cit. en Martínez), en otras ocasiones, más bien                                                             puntualmente coinciden con el lenguaje moral con el que

         una especie de vanguardia inspiradora, capaz de anticipar                                                               se profetiza la salida de la crisis.                  5

         al “hombre nuevo” de la España de la globalización. Entre

         los tiempos de esas dos selecciones, entre la eterna aspiran-                                                           5  En una nota de La crónica el 10 de mayo de 2012, se condensan de


                                                                                                                                 modo superlativo los elementos característicos de la lógica cultural re-
                                                                                                                                 cién descrita: la confluencia de los intereses de las multinacionales espa-
         lores que influyen en todos los aspectos de la vida.[...] Volver a ese es-                                              ñolas, su capacidad de proponer una “lectura de la crisis” a través del len-

         fuerzo, sacrificio y trabajo es muy importante” (cit. en Mateo).                                                        guaje del marketing en sintonía con el discurso de los representantes de





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