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rrollado, en el sur de Europa, en unas claves específicas.    una intervención o, al más humanitario, de ser objeto de un
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 Éstas, en el caso español, erosionan y fracturan el tejido so-  rescate.  Para conjurar esos fantasmas se iba a actualizar un
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 cial, las identidades políticas y las instituciones representa-  recurso discursivo de largo cultivo histórico en la tradición

 tivas que han caracterizado a la cultura española de los últi-  nacional: el quijotismo.
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 mos treinta años: mesocracia fantástica, estado de bienestar,   Desde mi perspectiva, la solución quijotista es la que per-

 estabilidad política, sociedad de consumo y de servicios y   mite, en una enrevesada operación interpretativa, transfe-

 legitimidad fundacional del proceso de transición a la de-  rir pérdidas de carácter material, económico o geopolítico,


 mocracia. La conciencia colectiva de habitar una tempora-

 lidad de crisis, en junio de 2012, experimentó una súbita   2  El término fantasma, a lo largo del artículo, lo emplearé en clave psi-

 densificación: como si el país cruzase un punto de no re-  coanalítica, como exposición a la elaboración simbólica del deseo de un

 torno. Entonces, la opinión pública española se vio expues-  otro, a través de un proceso de resistencia, de represión, y de temor a su

 ta, de modo directo, al fantasma bélico-quirúrgico de sufrir   retorno. En ocasiones, en la parte de la “experiencia estética de la crisis”
         lo conecto con elementos de cultura urbana: busco pensar la resisten-

         cia política de deseos colectivos (como el 15-M) a través de la resistencia
         de sus culturas materiales (carteles, graffiti…) que duran en la ciudad
 1  Este texto lo participan una buena selección de personas, Agustina Mo-

 nasterio, David Vegue, Ángel Loureiro, Ana Fernández Cebrián, Miguel   mientras se deterioran, con lo que comparecen fragmentadas, borrosas,

 Mosta, Cristina Balbas, Elena Delgado, Eduardo Seco, Alicja Wencel,   fantasmales.
 Antonio Labrador, Lidia Labrador, Lidia Méndez, Ignacio Méndez, Ma-  3  Empleo el término quijotismo como un modo de relación problemáti-
 ría Fernández Salgado y Rafael Sánchez-Mateos Paniagua. Y, Pablo Ja-  ca entre realidad y fantasía característico del caso español. En la acepción

 rauta, Miguel Méndez, Emilio García, Javier Méndez, Juan Gutiérrez y   más básica, podemos entenderlo como un tipo de sublimación delusiva,

 Sergio Pereira con quienes, además, vi los partidos en esos días extraños y   como una forma particular de alienación o como una suerte de neuro-
 contados. Agradezco a Arcadio Díaz Quiñones, su demanda de crónicas   sis de control. En una acepción más rica, que busco desarrollar en este
 trasatlánticas, las que me ayudaron a comenzar el texto. Y a Pedro Meira   texto, sería una fantasía nacional, según la cual, las pérdidas materiales,

 su curiosidad cómplice, pues una primera versión de una parte de este   económicas, políticas, se sobrecompensan en lo espiritual, lo moral, lo

 texto, en un formato más corto, y con un tono más urgente y periodís-  inmaterial, etc. Se trataría de un intercambio de bienes materiales limi-
 tico, sin bibliografía ni aparato académico, fue publicada en portugués,   tados, por bienes simbólicos también limitados (la gracia divina, una vic-
 como “Tudo que é ar desmancha no sólido. Eurocopa 2012, quixotis-  toria deportiva, un récord mundial, una proeza, una estadística…) don-

 mos e crise espanhola”, traducida por Sergio Molina y Rubia Prates, Re-  de el coste final sería una plusvalía inmaterial (pobres de dinero pero

 vista Piauì, 71 (agosto 2012). Un resumen de aquella crónica apareció   ricos de espíritu). La fantasía se completa al darse cuenta de que con esas
 en “Todo lo que era aire se disuelve en lo sólido. Eurocopa 2012, qui-  ganancias ilusorias no se puede sobrevivir. Parte de dispositivo quijotista
 jotismos y crisis española”, Viento Sur, 124 (septiembre 2012): 83-92.   requiere del desengaño. Esta fantasía opera en una dimensión nacional,

 Esta es la primera versión académica, expandida, de aquellos borradores   tiene como espacio discursivo y como sujeto colectivo la nación espa-

 iniciales. Forma parte de un proyecto mayor sobre estéticas, culturas y   ñola. Y, por último, se trata de un mecanismo histórico recurrente en la
 políticas en la temporalidad de crisis. Por último, quiero agradecer a los   modernidad española, como digo al principio del siguiente párrafo. He
 revisores de este texto, por la excelente calidad de los comentarios que   estudiado su funcionamiento en el contexto del tercer centenario quijo-

 me han hecho llegar, que he tratado de incorporar al resultado final.  tesco en otro artículo (“Dynamiting Don Quixote”).





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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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