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toconocimiento y del conocimiento del mundo un movimien-                                                         gularidad, desempotrados de nuestras relaciones familiares,
                to circular: el recto impulso del “¡Conócete a ti mismo!” lleva                                                  civiles, sociales, etc., desconectados del mundo, quedamos

                al hombre al mundo, a conocer a sus semejantes, la sociedad en                                                   reducidos a nada. Cualquier recorte, cualquier aislamien-

                que obra, la naturaleza, el campo de acción y la base de su acti-
                vidad: hacia afuera. Pero, al mismo tiempo, esa búsqueda de ob-                                                  to, cualquier desconexión o abstracción del mundo impli-

                jetividad, de realización de finalidades objetivas, pone al hom-                                                 ca, antes que nada, un vaciado y un empobrecimiento de

                bre en conocimiento de los estratos más profundos de su propio                                                   nuestra propia personalidad.
                ser. (Estética 178)                                                                                                  En este sentido, como decimos, Lukács plantea que el arte



         Esto, ciertamente, es lo que hace que, en el planteamiento                                                              no puede construir sus figuras más que como tipos, es decir,

         de Lukács, el gran arte no pueda construir sus figuras más                                                              como soportes de relaciones sociales, económicas, jurídicas,

         que como “tipos”, es decir, como personajes o situaciones                                                               familiares, etc. Y, por lo tanto, es tarea del gran arte la crea-

         capaces de cristalizar y reflejar el sistema completo de rela-                                                          ción de personajes mediante una composición tan exhaus-

         ciones de una época por el que sus elementos están cons-                                                                tiva y completa de la totalidad de las relaciones sociales que

         tituidos. En efecto, el mundo o los grandes problemas de                                                                el resultado sea propiamente un sujeto individual pero sufi-


         una época no son una especie de decorado por el que tran-                                                               cientemente rico en determinaciones. A esto es en definiti-

         sitamos a lo largo de nuestra vida sin que nos roce. Por el                                                             va a lo que se refiere cuando defiende “la esencia realista de

         contrario, somos en gran medida efecto de las relaciones                                                                todo arte”, es decir, cuando sostiene que “el realismo no es

         complejas de las que formamos parte. Ciertamente ¿quié-                                                                 en la concreta evolución del arte un estilo entre otros, sino

         nes somos al margen de ser los hijos de nuestros padres, los                                                            la característica fundamental de las artes conformadoras en

         padres de nuestros hijos, los empleados de nuestros jefes,                                                              general, de que los diversos estilos no pueden cobrar sus di-

         los estudiantes de nuestra facultad, los súbditos de nuestro                                                            ferenciaciones más que en el marco del realismo” (239). Así

         rey... etc.? ¿Qué cabría responder a la pregunta “¿quiénes                                                              pues, tan realistas serían los grandes autores del realismo

         somos?” con independencia de los distintos sistemas de re-                                                              ruso como el propio Shakespeare, quien “ha dado forma en


         laciones de los que formamos parte y por los que estamos                                                                sus grandes tragedias a la disolución del mundo medieval:

         constituidos? El hecho cierto es que desconectados del siste-                                                           no los hechos, no los acontecimientos, no las conexiones

         ma de relaciones complejas por el que estamos constituidos,                                                             causales concretas […] sino los grandes tipos de aquella de-

         aislados en nuestra singularidad, recortados del mundo del                                                              cadencia, sus pasiones y sus destinos, el gran trasfondo y el

         que formamos parte, no se puede contestar prácticamente                                                                 gran fondo histórico del hundimiento, los perfiles del nue-

         nada a la pregunta quiénes somos. Pretenderse autor (y no                                                               vo hombre que se anunciaba — la filosofía de la historia del

         solo soberano) es algo que se hace necesariamente al precio                                                             feudalismo muriente, no su crónica” (412).


         de ser el autor de nada. En efecto, aislados en nuestra sin-                                                                A partir de aquí, no cabe duda de en qué sentido cabría
                                                                                                                                 hablar  de  enriquecimiento  de  la  personalidad  (tal  como






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