Page 256 - Revista1
P. 256
dentro. Sin embargo, nos encontramos con que este presu- tiza sin ser al mismo tiempo una masa inercial constituida
puesto adquiere el estatuto de evidencia incontestable y, a por el sistema completo de las leyes de la física). Pero co-
partir de él, se configuran esas piezas (que somos nosotros nocerlo pasa también, al mismo tiempo, por hacerse cargo
mismos) con las que se compone la sociedad moderna (al del conjunto de relaciones químicas del que forma parte (y
menos en su versión triunfante). por el que está constituido) como cuerpo inorgánico que
A este respecto, el primer malentendido se refiere al es. Ahora bien, ese objeto no habría llegado a existir siquie-
modo como pensamos el carácter concreto de cualquier ob- ra si no hubiese logrado adaptarse a ciertas leyes económi-
jeto concreto, por sencillo que sea. Un planteamiento muy cas. En efecto, además de una masa inercial y un cuerpo in-
intuitivo pero tremendamente ingenuo nos llevaría a pen- orgánico, la tiza constituye una mercancía cuya existencia
sar que el modo más adecuado de conocer cualquier objeto misma depende de haber logrado reportar beneficios a al-
concreto sería aislarlo, desconectarlo del sistema de relacio- gún productor dispuesto a introducirla en el mercado. En
nes externas del que forme parte, y escudriñar concienzu- este sentido, no hay tampoco forma de hacerse cargo de en
damente en su interior. Sin embargo, por intuitivo que esto qué consiste un objeto concreto tan sencillo como un trozo
pudiera parecer, cualquier intento de aislar un objeto sin- de tiza que no pase, de alguna manera por hacerse cargo del
gular para escrutar su interior, no hace sino alejarnos del conjunto de las leyes de la economía de las que forma par-
carácter concreto del objeto en cuestión. En efecto, cono- te y por las que está constituido. Así pues, no hay manera
cer algo en concreto, incluso el objeto más sencillo, pasa de conquistar algo concreto para la representación que no
siempre por hacerse cargo del complejo sistema de relacio- pase siempre, de algún modo, por hacerse cargo del sistema
nes en el que ese objeto participa como parte del mundo. complejo de relaciones del que forma parte como parte del
Ciertamente, conocer algo no pasa por aislarlo en su singu- mundo.
laridad sino por conocer, con la mayor universalidad posi- Ahora bien, esto, que es un hecho elemental de la con-
ble, los distintos sistemas de relaciones en los que esa cosa sistencia de cualquier objeto, es también cierto para ese pe-
se integra. Pensemos por ejemplo en un modesto trozo de culiar objeto que somos nosotros mismos en tanto soporte
tiza. Para conocer un objeto tan concreto como ese, la ta- de distintos sistemas de relaciones que constituyen nuestra
rea no es aislarlo y recortarlo en su singularidad sino, por el identidad y que, por lo tanto, son en gran medida la res-
contrario, hacerse cargo del complejo sistema de relaciones puesta a la pregunta quiénes somos. Es en este sentido en el
del que forma parte y por el que está constituido. En efec- que Lukács, en su defensa del realismo en el arte, establece
to, conocer el modesto objeto que es un trozo de tiza pasa como “gran verdad de la vida” que
siempre en cierto modo por hacerse cargo del complejo sis-
tema de relaciones y leyes físicas por el que está constitui- el hombre no puede conocerse a sí mismo más que si consigue
conocer el mundo que le rodea, en el que tiene que vivir y obrar,
do en tanto que es una masa inercial (y no es este trozo de tal como ese mundo es. Esta verdad de lo estético hace del au-
256 257
Revist a de alces XXI Número 1 , 2013