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del consejo de administración, por posibles hechos fraudu- de considerarlos como personajes de ficción. Tratan pues,
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lentos en la fusión de las cajas de ahorro que dio nacimien- según propone Santiago Alba Rico en Leer con niños, como
to a Bankia (2010). La inclinación de la Torre de Bankia es programa de salvación para nuestro “hiperbarroco”, “de res-
una proeza arquitectónica que anticipaba de alguna manera tablecer desde fuera la diferencia entre el orden del Relato y
la caída del organismo cotizado en bolsa, que fue rescatado el orden de la Realidad, de reordenar ininterrumpidamente
y nacionalizado en 2012. La paronomasia (la que está ca- la frontera, borrada materialmente por la repetición indis-
yendo/los que están callando) denuncia el silencio del poder cernible de la guerra y de la mercancía, entre la realidad y la
elegido frente al de las finanzas, silencio que hace que caiga ficción” (268).
a su vez la democracia representativa (primero moralmente, Los textos de El Roto son cincelados como sus dibujos en
quizá institucionalmente). los que privilegia, muchas veces, la intensidad de la presen-
cia de un hombre que desafía al lector antes que una ico-
Conclusión nografía más elaborada y simbólica (como podía ser la de
Los dibujos analizados explican que, si se ha desgastado la OPS), cuando J. R. Mora deja más espacio a la inventiva
democracia, es por culpa de los que actúan en la esfera fi- gráfica. Ninguno de los dos, por lo menos en esas dos se-
nanciera o de los que dejan de actuar en la esfera política, ries, parece muy dado a la ironía de un Forges, por ejem-
pero también de los que inventan las palabras que van a dar plo, acaso porque privilegian el control de la legibilidad del
sentido a la realidad: los políticos, los artistas y, como recor- mensaje sobre el uso de una ironía tan practicada por los
dé en la introducción, los economistas. El trabajo del eco- novelistas posmodernistas que ha acabado por simbolizar
nomista (el “economist”) consiste en “hacer que parezca ne- cierto desapego o relativismo. La activación de sus viñetas
cesario lo intolerable” (El Roto 58) y el trabajo discursivo políticas exige una implicación intelectual fuerte por parte
de J. R. Mora y el Roto es mostrar, echando mano de varias del lector por su alto grado de discursividad, pero se apela
tradiciones de críticas a las apariencias, que detrás de lo que también a la emoción, en particular cuando los dibujos dia-
nos pintan como necesario está lo intolerable. Las estrate- logan con un catálogo de imágenes previas, con las que el
gias retóricas de los dos dibujantes tienen como objetivo lectoespectador podrá verse sentimentalmente despertado.
acabar con las ficciones que se fabrican desde el poder para Por fin, el mensaje emitido no se pretende inocuo sino que
enmascarar la realidad, pero también devolver a la realidad
su corporeidad: para sentirse solidario con los más pobres, 14 “El peligro no reside en que las novelas nos parezcan reales; el peli-
con los desahuciados o con los inmigrados, hay que dejar gro es que no nos parezca real la realidad y que tratemos al vecino cojo,
al niño ecuatoriano y al inmigrante como personajes de un novela en
la que no creemos o que no nos tomamos en serio y cuyo centro ocupa
nuestra conciencia soltera y nihilista como único punto de resistencia”
(Alba Rico 264).
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013