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co, y se alude a él como una performance, como un “simula-                                                              ción artificial, simulacro de vida, en el que el hombre se refu-

         cro de agonía”, forma nada frecuente en nuestras letras de                                                              gia y protege ante el miedo a la inmensidad de las afueras,

         tratar literariamente un episodio tan conocido y narrado de                                                             pero que, al mismo tiempo, le encierra y le impide la salida y


         la historia reciente de España.                                                                                         el contacto con lo real pues termina por sepultarlo. No otro

                Pero lo que más arriba he denominado la estética del si-                                                         es el asunto sobre el que en realidad gira la primera novela de

         mulacro se manifiesta también a través de otros motivos te-                                                             Vicente Luis Mora, Circular. Las afueras (2007), extraño e

         máticos, que nada tienen que ver con el mundo de las nue vas                                                            interesante libro acerca de la metrópolis moderna como una

         tecnologías. Pues si es evidente que la tecnología (el cine y la                                                        forma de vida inherente a las sociedades contemporáneas. La

         televisión, la realidad virtual, Internet, etc.) posibilitan una                                                        ciudad elegida en este caso por Mora para simbolizar el con-

         experiencia de simulación, de suplantación de lo real por su                                                            cepto mismo de la ciudad, de cualquier ciudad, se entien de,

         réplica, también existen otras experiencias propias de las for-                                                         es Madrid (“Madrid es como un plano a escala de todo”, Cir-

         mas de vida contemporáneas que nos llevarían a sensaciones                                                              cular 134). A lo largo de esta novela, y ya desde el mismo tí-


         y conclusiones muy similares. Me detendré ahora en el relato                                                            tulo, se alude de continuo a la idea del centro y las afueras y

         que en la citada antología publica Vicente Luis Mora, titu-                                                             al concepto del círculo, como algo que nos cerca, nos asedia,

         lado “Solteth” (195-208). En él se describe a una antigua ci-                                                           mientras  intentamos  vanamente  encontrar  la  salida  hacia

         vilización de seres casi divinos, que había alcanzado un esta-                                                          su  exterior.  Especialmente recurrente  y obsesiva dentro  de

         do de desarrollo no comparable a nin gu no de los conocidos                                                             esta obra es la idea de la imposibilidad de escapar fuera de la

         a través de la Historia. Ante el peligro de ser descubiertos y                                                          ciudad. Muy significativo a este respecto es el texto titula-

         amenazados por sus enemigos, los habitantes de Solteth tu-                                                              do “Calle del Arte” (Circular 110), donde se sostiene que ya


         vieron que construir una gran cúpula cubierta de arena para                                                             no sabemos vivir fuera de la ciudad, que ya no comprende-

         ocultarse. La ciudad terminó por morir enterrada bajo esa                                                               mos el campo, al haberlo convertido en una mera postal tu-

         cúpula protectora que se derrumbó:                                                                                      rística. Fernández Mallo, al que luego volveremos, reflexio-
                                                                                                                                 na tam bién sobre estas cuestiones en el artículo “Luis XIV


                Solteth se cayó sobre sí misma, y la cubierta de madera y pie-                                                   traspasa Versalles a una promotora”, donde llega a la intere-

                dra y arena de que se había dotado para subsistir, acabó ente-                                                   sante conclu sión de que “en toda nuestra sociedad el lugar

                rrándola. Por debajo nada. Y por encima, un desierto nuevo,                                                      ha de saparecido, salvo, precisamente, en la publicidad, que
                que comenzaba a extenderse de un modo desmesurado, cen-                                                          explo ta el ruralismo y sus derivados como gancho nostálgico

                trífugamente. (208)                                                                                              para vender un producto absolutamente tecnificado y manu-


                                                                                                                                 facturado en un no-lugar”. Para Mora, la consecuencia de esa

         Creo que Solteth funciona en el relato como metáfora de la                                                              suplantación es que “hemos perdido el mundo”, pero al mis-

         ciudad, de cualquier ciudad, en realidad, recinto, construc-                                                            mo tiempo, y aquí radica la dimensión trágica de esa expe-







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