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riencia contemporánea, la ciudad tampoco nos llena y de ahí afuera, en el espacio exterior, para atacarlo (“Internet, ¿Una
que a cada paso experimentemos la asfixiante y terrible sen- nueva Imago Mundi?”; similar reflexión la encontramos
sación de vivir permanentemente atrapados en un atasco de también en el texto de Fernández Mallo, “La ‘otra’ historia
tráfico del que nos es imposible escapar (Circular 111). En de la nocilla”). Pues bien, a partir de esa toma de concien-
otro de los fragmentos, el titulado “Calle de los Narcisos”, se cia, ya no hay lugar para las nostálgicas añoranzas por una
menciona el conocido libro de Italo Calvino, Las ciudades autenticidad perdi da (todavía tan frecuentes en la genera-
invisibles (Circular 68). Cómo no relacionar el mapa ciuda- ción que precede a la Nocilla, y en buena parte de los con-
dano que Mora va dibujando en este libro con las inquietan- temporáneos de esta). Una vez que tomamos plena concien-
tes preguntas que se hacía el autor italiano acerca de “¿Por cia del fenómeno, de la perpetración del crimen perfecto del
qué la ciudad? ¿Qué línea separa el dentro del fuera?” (Cal- que hablara Baudrillard, el de la realidad por su simulacro,
vino 48) o, la que aún resulta más sobrecogedora: fuera de todo ello no tiene por qué jugar en nuestra contra. Como
la ciudad, “¿existe un fuera?”, o “¿por más que te alejes de la bien ha sabido ver Fernández Mallo, absolutamente alejado
ciudad no haces sino pasar de un limbo a otro y no consi- de posturas apocalípticas en relación a una supuesta muer-
gues salir de ella? (Calvino 165). Mora reflexiona también te del arte y de la cultura, se trata de ser capaces de extraer
por extenso acerca del concepto de ciudad y el mito del no un nuevo rendimiento estético a esta otra realidad suplanta-
lugar en el arte contemporáneo en Pangea (227-230). dora o, dicho de otra manera, crear a partir de ella un pro-
En la antología Mutantes no podía faltar una representa- ducto nuevo que sea capaz de revolu cionar el mercado. Así,
ción de Agustín Fernández Mallo, el autor más visible y me- frente al vano intento de recuperar lo que ya no existe (no
diático de todos aquellos que se relacionan con esta genera- queda ya nada en el “espacio exterior”), Fernández Ma-
ción. Concretamente se publican los primeros capí tulos de llo eleva en sus obras el simulacro, la ma que ta, la réplica o
la primera novela de la trilogía, Nocilla dream. Aquí, como el mapa, a nueva categoría estética, convir tien do a todos
en el resto de la novela y de las otras dos, vamos a encontrar ellos en motivos muy recurrente a lo largo de su obra. Y a
inquietantes descripciones de algunos lugares (o mejor no partir de ahí, creo que es cómo toma sentido la im por tan-
lugares) especialmente interesantes en relación con el tema cia que, como leitmotiv de su obra, tiene por ejemplo la ciu-
que estamos tratando. Ya he comentado en otro sitio la im- dad de Las Vegas, como bien es sabido, el simulacro de los
portancia que la teoría del simulacro de Baudrillard tiene en si mu lacros o, como dice Antonio J. Gil González, uno de los
la propuesta estética de Fernández Mallo (“all we are saying prin cipales “(no) lugares del mediascape americano y te le vi-
is give piece a chance...”). En dicho trabajo mencionaba una si vo” (“Reseña a Mutantes. Narrativa española de úl ti ma ge-
entrevista en la que aseguraba Fernández Mallo, siguien- neración)”; véase también de Gil González, “Mi crorrelatos
do la tesis de Baudrillard, que “nada se sale fuera del merca- de una exposición… Analogías para pensar Nocilla dream”).
do, que lo ocupa todo” y, por lo tanto, nada puede haber ahí Pero más aún que en la trilogía Nocilla, Fernández Ma-
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012