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puede encontrar en Alicia en el País de las Maravillas, tam- coincidir; hay momentos en los que comedia y tragedia se
bién en los libros de Woody Allen), un humor que sí es de- tocan.
cadente, en ese sentido que parece darle Goethe, en el que Lo trágico y lo cruel son acompañantes frecuentes del
también lo puramente estético sería decadente, pues renun- humor. Ya en los “grotteschi” (aquellos motivos decorativos
cia a ofrecer conocimiento sobre eso que hemos dado en lla- de la antigüedad romana que se encontraron en Italia en ex-
mar realidad, y se refiere únicamente a sus representaciones; cavaciones realizadas en el siglo XV) plantas, animales, per-
es un humor que busca el entretenimiento, que puede ser sonas se deformaban creando ornamentos que se entrelazan
un entretenimiento inteligente, el cosquilleo del intelecto, y repiten: la deformación de lo real puede mover a horror o a
la gratificación que la risa nos ofrece cuando entendemos el risa, dependiendo de cómo se realice, aunque a veces provo-
chiste o la alusión ingeniosa. que las dos reacciones, o al menos la inseguridad sobre cuál
Si dejamos de lado ese humor lúdico, que pone a prueba debe ser nuestra respuesta ante lo que vemos. Se cuenta que
la inteligencia y la capacidad de establecer asociaciones del Kafka se partía de risa mientras leía a sus amigos La meta-
lector, tenemos que observar que hay muchas manifestacio- morfosis, y es verdad que la transformación de Gregorio Sam-
nes del humor directamente relacionadas con el dolor y, casi sa se mueve entre lo ridículo y lo inquietante. La expresión
paradójicamente, con la tristeza. En unos casos se trata de “no saber si reír o llorar” nos recuerda lo cerca que están,
dolor físico; la piel de plátano sobre la que resbala el incauto, también en la mímica, ambos actos. Y las figuras deformes,
el tablón contra la cabeza, todas esas escenas en las que al- desencajadas, monstruosas, imposibles que habitan la litera-
guien cae o se hiere o llora: los dibujos animados clásicos son tura y las artes plásticas con frecuencia nos hacen transitar
un repertorio de torturas y vejaciones. Buster Keaton recibe entre las dos emociones.
golpes, cae desde alturas imposibles, su cuerpo rueda una y ¿Cómo es posible que nos riamos no solo de lo deforme,
otra vez por tierra sin que escape un gesto de su rostro im- también del dolor ajeno, de actos crueles cometidos sobre
pasible y melancólico. También el dolor psíquico puede mo- nuestros semejantes?
vernos a risa, como cuando leemos las disparatadas historias La forma más frecuente de conseguirlo es mediante un
de todos esos personajes literarios fracasados que una y otra humor que elimina le empatía —y es el tipo que me intere-
vez se encuentran con un mundo hostil que los ridiculiza — sa sobre todo cuando pienso en el humor cruel—, que es el
en Landero, en Orejudo, en Royuela—. Es más, algunos ti- terreno sobre el que crecen muchos de los ejemplos de los
pos de humor usan la empatía precisamente para provocar la dibujos animados: porque nos sitúa del lado de los buenos
incongruencia, la situación disparatada, que nos hace reír y y los malos reciben su merecido en una manera tan excesiva
sufrir con el personaje. Aristóteles no atinaba cuando escri- que resulta catártica, provoca la carcajada, esa manifestación
bió que el tema de la comedia es lo risible, que sería “cosa fea del alivio que sentimos porque eso no nos está pasando a no-
y disforme sin darnos pena”, porque la pena y la risa pueden sotros, y también porque expresa, sin daños reales, nuestros
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012