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lista sin más, se justifica en valores nacionales supuestamen del espectáculo mediático de lágrima fácil y trazo demasiado
te oprimidos —difícil de verificar en sistemas democráticos grueso— funda una comunidad para todos allí precisamente
donde toda opción política puede acceder a su representa donde más agujeros ha mostrado, esto es, en la falta de soli
ción— y cuyas consecuencias se hacen sentir sobre el cuer daridad fruto de un tejido comunitario endeble.
po físico casi siem pre, y sin dejar de lado el emocional, de las Sería deseable traducir esta pedagogía del rechazo a la
víctimas. Re co no cer el sufrimiento innecesario de la víctima, violencia en democracia en lo que Zygmunt Bauman ha
y de los más allegados a ella, es la condición necesaria, toda denominado hace años sociedad autónoma, una defini
vía no sufi ciente, de la arquitectura moral de una sociedad da en torno al constante autoexamen, crítica y reforma (In
sana. El su frimiento ha sido y será innecesario porque cua Search 81), nunca enfocada hacia la realización del ideal de
lesquiera que hayan sido las opresiones de un pueblo, y los comunidad étnica en la muerte, o gracias a ella, y centra
reclamos totalmente válidos de expresión cultural y de in da en el desmantelamiento crítico de las fantasías sobre sus
dependencia política, si se diera el caso, no debieron nunca oríge nes (In Search 84). Esta sociedad autónoma podría ser
anteponerse a la dignidad de la víctima: a su condición hu una defensa efectiva contra la violencia engarzada en mitos
mana equipa ra ble a la mía. La salvación de todo un pueblo a (Bauman, In Search 81): el mito de la noción del naciona
costa de víctimas individuales denigra y cuestiona sin remi lismo extremo de una identidad vasca pura, sin contamina
sión la vali dez de los postulados de expresión y existencia de ción, lejos de verse inoculada por el virus de la diferencia, y
ese pueblo, máxime si al eliminado se le ha extirpado del in el mito de un futuro de redención porvenir para superar las
terior de ese mismo pueblo. miserias del presente gracias a la llegada de un tiempo, y un
Si la condición necesaria pasa por admitir lo innecesario espacio, mesiánicos. O quizás, como apuntan Reyes Mate
del sufrimiento de la víctima, la condición suficiente de la y Antonio Elorza, haya que apartarse sin miramientos de
moralidad social pasa por pedir perdón, que significa reco ideológicas de naturaleza asesina, o con claras inclinaciones
nocer los errores cometidos en el pasado. Víctima no es sólo de esta naturaleza. Sí, se está hablando del nacionalismo ex
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quien ha padecido injustamente sin causa y sin razón, sino
quien demuestra en su condición el sinsentido de prácticas
profundamente ajenas a lo humano, como cualquier tipo de 7 Antonio Elorza lo apunta con claridad, “si en las obras de mayor cir cu
lación sigue difundiéndose la imagen de un Sabino Arana racista como
violencia terrorista, y habría que incluir también la del terro cualquier otro en su época, sin entrar en su religión política del odio
rismo de estado. El recuerdo de la victimización —la actua mon tada sobre ese racismo, con la consiguiente violencia que la acom
lización del horror violento del pasado, cuando va más allá paña tanto en su origen como en su transmisión posterior en la historia
del nacionalismo hasta ETA, no entenderíamos nada de lo sucedido en el
último medio siglo” (“Estela”). Al igual que también lo hace Reyes Mate
al afirmar que “la víctima anula la legitimidad del etnicismo y transforma
na rebaja la altura de otros valores que pueda albergar,” como el literario
del escritor. la ciudadanía en responsabilidad por el más vulnerable. Esa es la tarea po
lítica en el País Vasco” (“Ciudadanía”).
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012