Page 35 - Revista0
P. 35

lista sin más, se justifica en valores nacionales supuestamen­  del espectáculo mediático de lágrima fácil y trazo demasiado

 te oprimidos —difícil de verificar en sistemas democráticos   grueso— funda una comunidad para todos allí precisamente

 donde toda opción política puede acceder a su representa­  donde más agujeros ha mostrado, esto es, en la falta de soli­

 ción— y cuyas consecuencias se hacen sentir sobre el cuer­  daridad fruto de un tejido comunitario endeble.

 po físico casi siem pre, y sin dejar de lado el emocional, de las    Sería deseable traducir esta  pedagogía del rechazo a la

 víctimas. Re      co  no  cer el sufrimiento innecesario de la víctima,   violencia en democracia en lo que Zygmunt Bauman ha

 y de los más allegados a ella, es la condición necesaria, toda­  denominado hace años sociedad autónoma, una defini­


 vía no sufi ciente, de la arquitectura moral de una sociedad   da en torno al constante auto­examen, crítica y reforma (In

 sana. El su frimiento ha sido y será innecesario porque cua­  Search 81), nunca enfocada hacia la realización del ideal de

 lesquiera que hayan sido las opresiones de un pueblo, y los   comunidad étnica en la muerte, o gracias a ella, y centra­

 reclamos totalmente válidos de expresión cultural y de in­  da en el desmantelamiento crítico de las fantasías sobre sus

 dependencia política, si se diera el caso, no debieron nunca   oríge nes (In Search 84). Esta sociedad autónoma podría ser

 anteponerse a la dignidad de la víctima: a su condición hu­  una defensa efectiva contra la violencia engarzada en mitos

 mana equipa ra ble a la mía. La salvación de todo un pueblo a   (Bauman, In Search 81): el mito de la noción del naciona­


 costa de víctimas individuales denigra y cuestiona sin remi­  lismo extremo de una identidad vasca pura, sin contamina­

 sión la vali dez de los postulados de expresión y existencia de   ción, lejos de verse inoculada por el virus de la diferencia, y

 ese pueblo, máxime si al eliminado se le ha extirpado del in­  el mito de un futuro de redención por­venir para superar las

 terior de ese mismo pueblo.   miserias del presente gracias a la llegada de un tiempo, y un

 Si la condición necesaria pasa por admitir lo innecesario   espacio, mesiánicos. O quizás, como apuntan Reyes Mate

 del sufrimiento de la víctima, la condición suficiente de la   y Antonio Elorza, haya que apartarse sin miramientos de

 moralidad social pasa por pedir perdón, que significa reco­  ideológicas de naturaleza asesina, o con claras inclinaciones

 nocer los errores cometidos en el pasado. Víctima no es sólo   de esta naturaleza.  Sí, se está hablando del nacionalismo ex­
                                         7
 quien ha padecido injustamente sin causa y sin razón, sino


 quien demuestra en su condición el sinsentido de prácticas

 profundamente ajenas a lo humano, como cualquier tipo de   7  Antonio Elorza lo apunta con claridad, “si en las obras de mayor cir cu­
         lación sigue difundiéndose la imagen de un Sabino Arana racista como
 violencia terrorista, y habría que incluir también la del terro­  cualquier otro en su época, sin entrar en su religión política del odio

 rismo de estado. El recuerdo de la victimización —la actua­  mon tada sobre ese racismo, con la consiguiente violencia que la acom­

 lización del horror violento del pasado, cuando va más allá   paña tanto en su origen como en su transmisión posterior en la historia
         del nacionalismo hasta ETA, no entenderíamos nada de lo sucedido en el

         último medio siglo” (“Estela”). Al igual que también lo hace Reyes Mate
         al afirmar que “la víctima anula la legitimidad del etnicismo y transforma
 na rebaja la altura de otros valores que pueda albergar,” como el literario

 del escritor.  la ciudadanía en responsabilidad por el más vulnerable. Esa es la tarea po­
         lítica en el País Vasco” (“Ciudadanía”).




 34                                                                                                            35
 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  0 , 2012
   30   31   32   33   34   35   36   37   38   39   40