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resulta bien interesante es que el estado anterior que Orte-  sobre el espacio de la política. O, por decirlo de otra mane-

 ga describe, con sentida nostalgia por la sociedad estamental   ra, Ortega pretendía una completa culturización de la esfera

 del antiguo régimen, tiene un enorme parecido con las de-  pública. No puede sorprender, por lo demás, que esos prin-

 mocracias parlamentarias real y actualmente existentes:  cipios estén estrechamente relacionados con los modales o,

         si se quiere, con los rasgos distintivos de comportamiento
 [Al hombre premasificado le] parecía bien o mal lo que el polí-  de los mayores detentadores de capital cultural, dado que és-

 tico proyectaba y hacía; aportaba o retiraba su adhesión, pero su

 actitud se reducía a repercutir, positiva o negativamente, la ac-  tos se desenvuelven en ambientes sociales caracterizados por
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 ción creadora de otros. Nunca se le ocurrió oponer a las ‘ideas’   las “instancias indirectas;”  es decir, en un medio ambiente
 del político otras suyas; ni siquiera juzgar las ‘ideas’ del político   saturado por “[t]rámites, normas, cortesía, usos intermedia-

 desde el tribunal de otras ‘ideas’ que creía poseer. Lo mismo en   rios, justicia, razón” (Rebelión 206). De aquí que la directa
 arte y en los demás órdenes de la vida pública. Una innata con-  intervención  política  de  las  masas  —es  decir,  el  principio

 ciencia de su limitación, de no estar calificado para teorizar, se lo
 vedaba completamente. La consecuencia automática de esto era   democrático— la entienda Ortega como una consecuencia

 que el vulgo no pensaba, ni de lejos, decidir en casi ninguna de   de la vulgaridad intelectual de sus integrantes: “[Antes de la

 las actividades públicas, que en su mayor parte son de índole teó-  rebelión, el vulgo tenía] creencias, tradiciones, experiencias,
 rica. (Rebelión 201)  proverbios, hábitos mentales, pero no se imaginaba en pose-


         sión de opiniones teóricas sobre lo que las cosas son o deben
 Como vemos, el mensaje que se quiere publicitar es que el   ser —por ejemplo, sobre política o sobre literatura” (Rebe-


 hombre-medio no debe decidir, sino tan sólo escuchar, selec-  lión 200).

 cionar o elegir las opciones que los expertos han preparado   Será útil recordar en este punto, para que entreveamos la

 para él. Fijémonos en que la vida pública es, sobre todo, asunto   continuidad del proyecto liberal, que el planteamiento orte-

 de políticos y artistas/intelectuales. Por tanto, recordando las   guiano está recogido en La resistencia silenciosa, pues la “vida

 dos  posibles funciones de la cultura que se comentaron al dis-  civil” a la que se refiere Gracia no es otra que esos ambientes

 cutir los  artículos de Cercas y Trinidad y teniendo en cuenta   de instancias indirectas en que, al parecer, nadan como peces

 la pobre opinión que Ortega tiene de los políticos, el escri-


 tor, en su función profética, no sólo se ve a sí mismo como

 un ex perto, sino probablemente como el más importante

 de todos.  16  Lo opuesto a la acción directa, que es la forma de intervención pública

 Conviene tomar conciencia de que el planteamiento or-  característica de las protestas públicas de carácter político y de las fases
         revolucionarias. Elorza: “Es a través de la ‘acción directa’, un signo distintivo
 teguiano, y a esto es a lo que implícitamente se refería el pre-  del movimiento sindicalista, como podemos descubrir al adversario real”,

 sidente de la República cuando calificaba a Ortega de poeta,   es decir, a quién se refiere realmente Ortega con la expresión “hombre-

 es la proyección insistente de los “principios de la cultura”   masa” (157).








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