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en el agua los profesionales, los intelectuales y los artistas que   generalidad, no es difícil establecer la conexión entre la

 viven de serlo. El parentesco se ve mejor si nos damos cuen-  función  determinante del  filósofo-profeta con la que hoy


 ta de que la oposición entre razón liberal y barbarie fascista   en día parecen cumplir los denominados “expertos.” Ahora

 de que habla Gracia es, básicamente, una transposición de la   bien, dadas las fechas en que escribe Ortega, podríamos
 oposición entre élites y masas que tanto preocupó a Ortega   hablar de cierto anacronismo o, al menos, de cierto desajus-

 desde España invertebrada. Por ello, lo que caracteriza a las   te entre lo que se cuece en España y fuera de ella. Quiero

 masas y a los fascistas no es otra cosa que su irracionalidad   decir, ¿para qué sirven los profetas cuando se pueden hacer


 retumbante, mientras que las élites y los resistentes silencio-  estudios de mercado? ¿Y las encuestas de opinión? Recorde-

 sos se conducen con buenos modales entre apagados mur-  mos, en este sentido, que ya en los años treinta del siglo

 mullos.  pasado, los sondeos sobre asuntos políticos y de otra

 Volviendo a Ortega, nos encontramos, para decirlo en   naturaleza eran habituales en Estados Unidos.

 breves palabras, con un caso de lo que Francis Mulhern de-  A pesar de ello, el modelo de intervención pública que

 nomina “discurso metacultural;” o sea, un discurso cuyo ob-  nos propone Ortega supera el test del tiempo, con sólo que

 jetivo central es la disolución cultural de la política: “‘cul-  adaptemos el punto (ii) —la propagación de los mensajes—


 ture’ as the necessary, unregarded truth of society, whose   a las condiciones cambiantes de los medios de comunicación

 curse is the inadequacy of the prevailing form of general   y, en particular, al impacto de lo que se ha convenido en lla-

 authority, the political [cursiva en el original]” (“la ‘cultura’   mar medios de comunicación de masas. Como ya señaló en

 como  la  verdad  desconsiderada  y  necesaria  de  la  sociedad,    su momento Wright Mills en The Power Elite (1956), jun-

 cuya maldición es la insuficiencia de la forma de autoridad   to a la élite encontramos al propagandista, ese experto en

 general  prevaleciente,  la  política”;  xix).   Es  probable  que   publicidad y en relaciones públicas que se propone contro-
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 la variante del discurso metacultural que encontramos en   lar la opinión pública: “[las] élites se perpetúan porque, al
 Ortega, y que Mulhern etiqueta con el término Kulturkri-  dominar los grupos hegemónicos los grandes canales de la

 tik, choque con sensibilidades actuales por esa extraña la-  información, hacen creer a los ciudadanos que las decisio-


 bor profética del intelectual.  Visto el fenómeno en su   nes de los pequeños círculos de calidad son las decisiones de
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         todos [cursiva en el original]” (Álvarez-Uría y Varela 19).

                En conclusión, es obvio que Ortega no confundió en

         ningún momento la esfera cultural con la política, pero sí in-
 17  Cursiva en el original.
         sistió en someter la esfera política —el principio democrá-


 18  Para un análisis de la constitución del discurso metacultural en España,   tico— a lo que él entendía era la lógica de funcionamiento
 con especial énfasis en la obra de Unamuno, consultar el trabajo de Steven   de la esfera cultural, a saber, una lógica propia de una dic-
 L. Torres.
         tadura platónica de intelectuales desinteresados. Igualmen-






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