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Además de la introducción, este ensayo contiene otras   neta, despreciar sus ecosistemas e ignorar sus límites—. Lo

 cinco secciones. La segunda, titulada “Ecocine y ecomedia”,   deseable, por supuesto, sería que todas las personas se preo-

 ofrece una breve reflexión conceptual y terminológica so-  cuparan por estas cuestiones, que esa preocupación fuera la


 bre el ecocine. La tercera, “Pedagogía ecocinemática y al-  norma y que el término “ecologista” fuera redundante. Algo

 fabetización socioambiental”, propone algunas prioridades   similar ocurre al nivel de nuestra profesión: como la norma

 y objetivos para una ecopedagogía radical y transformado-  en los estudios literarios, cinematográficos y culturales, y

 ra. La cuarta, que lleva por título “Ecomaterialidad, límites   por ende en el conjunto del hispanismo y de las humanida-

 y escalas”, subraya la importancia de dichas nociones para   des, es escribir y enseñar como si no existieran ni biosfera,


 la enseñanza socioambiental del cine. La quinta, “Abrien-  ni ecosistemas, ni especies más allá de la nuestra, ejercer la

 do caminos: Aportaciones ecopedagógicas a la investigación   profesión desde una conciencia planetaria es, hoy por hoy,

 ecocinemática ibérica”, examina una selección de textos crí-  una anomalía para la que hemos tenido que inventar expre-

 ticos y teóricos recientes. Por último, la sexta sección, “Lec-  siones como “ecocrítica”, “humanidades ambientales” o “es-


 ciones para la ecociudadanía”, ofrece una variedad de suge-  tudios culturales socioambientales”. Significativamente, no

 rencias, recomendaciones, preguntas y actividades prácticas,   aplicamos etiquetas equivalentes para la práctica contraria.

 así como una recapitulación y unas observaciones finales.  Si hemos creado etiquetas “eco” para distinguir a quienes

         escriben o enseñan con los ojos abiertos a la realidad mate-


         rial del planeta, ¿no deberíamos llamar a quienes no lo ha-
 II. Ecocine y Ecomedia  cen “antiecológicos”, “negacionistas”, o tal vez “enajenados”


 Aunque no he incluido términos como “ecologismo”, “eco-  (es decir, ajenos a la realidad de la Tierra)? Hay que abrazar

 cine” o “ecopedagogía” en el título, dichos términos (y otros   los prefijos “eco” y similares en nuestra práctica investigado-


 similares) juegan un papel importante en este ensayo, y es   ra y pedagógica porque ayudan a promover, reivindicar y vi-

 fundamental explicar en qué sentido(s) se usan y qué con-  sibilizar la conciencia socioambiental, pero al mismo tiem-

 notaciones e implicaciones conllevan. Permítaseme repetir   po hay que despertar a los sectores de nuestra profesión que

 algo que no por evidente hay que darlo por supuesto: vivi-  escriben y enseñan de espaldas al planeta. Se trata de des-


 mos en una sociedad en la que si alguien se preocupa por la   normalizar y desnaturalizar el sistema, reconocer la com-

 salud de la biosfera y por la necesidad de asegurar la soste-  plicidad de gran parte de nuestra profesión con el mismo,

 nibilidad de la vida en el planeta, se le tilda de “ecologista”   descolonizar nuestras prácticas investigadoras y académicas,

 —es decir, se le adjudica una etiqueta que marca su diferen-  y ayudar a construir narrativas alternativas, biofílicas y res-


 cia respecto a la norma social, cultural, económica y políti-  ponsables. Se trata, en definitiva, de escribir, educar y vivir

 ca dominante, norma que prescribe desentenderse del pla-  con los pies en la Tierra.






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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  7 , 2025
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