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a recalcar, asimismo, que, como educadores responsables de   Y ahondando en el plano comunitario, la lectora encontra-

 las habilidades transmitidas en clase, nos parece provechoso   rá varios ejemplos de actividades colectivas realizadas fue-

 preguntarnos qué envergadura y qué limitaciones les pone-  ra del aula, territorio también de resistencia y activismo,


 mos a los objetivos ecopedagógicos en nuestras aulas; es de-  en las que la experiencia estética de imágenes y textos crea

 cir, ¿desde qué áreas deseamos intervenir para ensanchar la   espacios no tanto para la añoranza sino para “transformar

 visión de la tradición filológica? Sería, sin duda, lícito pre-  nuestra forma de estar en el mundo” (Sgaramella 394). Si

 guntarse si estas son metas que correspondan a la filología.   bien, por una parte, la propuesta de una filología ecológi-

 En nuestra experiencia personal, la emergencia ecosocial ac-  ca “no desdeña los legados del humanismo antropocéntrico


 tual nos obliga a replantear las líneas tradicionales de ense-  y de la razón ilustrada” (Marrero 431), la lectora, por otra,

 ñanza a fin de preparar a nuestro alumnado con las compe-  podrá encontrar en este monográfico prácticas ecopedagó-

 tencias necesarias para hacerle frente.   gicas críticas que cuestionan enfáticamente el proyecto de

 Mientras que el estudio filológico de la retórica y la poé-  la razón occidental moderna y el legado antropocéntrico,


 tica, por sí mismo, no garantiza una aplicación encamina-  que codificó la naturaleza, la convirtió en recurso y aupó el

 da a reflexionar sobre las causas de las múltiples crisis arriba   “progreso” como baremo natural de lo universal y la civili-

 señaladas, el presente monográfico aporta varios artículos   zación. No hay que olvidar que la Ilustración, un discurso

 que contienen ejemplos iluminadores. La lectora curiosa   europeo para Europa, se forjó sobre la pulsión imperialista


 que desee expandir los límites (auto-)impuestos por el estu-  de los Estados nacientes, configuró la noción de raza para

 dio del español y sus formas expresivas puede hallar ejem-  nombrar a las humanidades no europeas y generó “intole-

 plos ya comprobados en el área que nos atañe, como el de-  rancia a la diversidad cultural, étnica y sexual” (Woolson

 sarrollo de estrategias comunicativas para lanzar campañas   224). Por ello, ante el colapso planetario y las migraciones


 y la escritura de cartas en apoyo a líderes ecologistas (Ca-  y desplazamientos masivos, nos sentimos más cómodas con

 rey-Webb), el análisis crítico de imaginarios fagocitados en   una ecopedagogía fugitiva que dé cabida a todas y que mire

 nuestra cotidianidad y el ahondamiento en perspectivas co-  hacia el futuro (Trevathan).

 munalistas y decrecentistas (López y Prieta) o la construc-  En cambio, entendemos que la mirada a la nostalgia en-


 ción de un aparato crítico para evaluar el cine comercial y   galana un cierto trampantojo que puede llevar a un juego de

 el discurso publicitario (Marí). También se aborda la rela-  espejismos. Desde su primer uso en 1688, este malestar de

 ción entre el contenido y el método, pues no es solamente   etimología griega (νόστος [nóstos], “regreso”, y ἄλγος [álgos],

 el conjunto de artefactos culturales lo que da forma al acer-  “dolor”) se ha caracterizado para definir la tristeza que causa


 camiento ecopedagógico, sino también, y aún más impor-  el deseo de regresar a la tierra nativa (Boym 3). Cabría pre-

 tante, de qué modo se presenta dicho enfoque (Prádanos).   guntarse si el lugar al que se añora regresar contempla un es-






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 Revist a  de  al ce s XXI                                            Número  7 , 2025
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