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El estado de la Filología Española                                                                                      pocentrismo frente al ecocentrismo” (432)— dificulta la


         La filología hispánica, nacida bajo el auspicio de Carlos III                                                           liberación de los estudios literarios hispánicos. Ante esta

         para establecer una norma castellana en detrimento de otras                                                             tesitura, el autor del artículo nos propone desvincular la

         producciones culturales llamadas hoy periféricas (Resina),                                                              agenda política de denuncia ecosocial inserta en la litera-


         se centró desde el comienzo en el documento escrito como                                                                tura a fin de recuperar el valor literario consustancial de

         autoridad y norma. Vino a establecerse la falacia de la cul-                                                            cada pieza, como si la praxis política no estuviera en el cen-

         tura alta letrada frente a aquella de los pueblos, conside-                                                             tro de cada uno de nuestros actos. Es más, defiende “(e)l

         rada menor. Desde ese momento parteaguas, la capacidad                                                                  difuminado en escala de grises . . . de las polaridades en-

         boyante de la filología ha venido a producir un canon que                                                               frentadas” (441), pero olvida que hasta el goce estético de


         ha privilegiado la visión ilustrada. Tras la ruptura de este                                                            la lectura es político. En una apresurada reducción de su

         modelo a mediados del siglo pasado, han venido sucedien-                                                                pensamiento, en beneficio de llegar a unas conclusiones,

         do unos cambios con los que hay que contar —disolución                                                                  parece que, entre otros deseos programáticos, la filología

         del autor, superación del estructuralismo, agencia perfor-                                                              ecológica aspira a evitar la confrontación y apreciar el po-


         mativa, explosión multimedial, conexiones descentralizadas                                                              tencial “ecológico” de un abanico más amplio de textos y

         y rizomáticas, estudios críticos de género, raza, capacida-                                                             tradiciones a través de la exégesis. Marrero, interesado en

         des, ecologías, postcoloniales, decoloniales, etc.—. Desde                                                              evitar “la lógica binaria de que toda confrontación se nu-

         su establecimiento como instrumento analítico, los estu-                                                                tre” (428), vaticina que la nueva filología ecológica debe-


         dios culturales han respondido a las carencias propias de los                                                           ría desmarcarse de las hostilidades que la filología de corte

         estudios literarios —fuerte dependencia al texto, selección                                                             más tradicional ha profesado contra los estudios culturales

         y reproducción de un canon eurocéntrico-colonial— y han                                                                 y los posicionamientos de izquierdas y anticapitalistas. Sin

         mantenido un posicionamiento crítico con las tradiciones                                                                embargo, matiza que el nuevo ámbito de estudios no de-


         literarias y su aparato asociado —la exclusión de otros sabe-                                                           bería abrazar las perspectivas, propuestas y soluciones de

         res y tradiciones que prosperan fuera del universo escrito—.                                                            los estudios culturales, sino solo aquellas con “valor filo-

             ¿Cuál es la situación de la filología? Marrero entiende                                                             lógico” (431). Aunque el autor no lo especifica, intuimos

         que la filología española ha mantenido un cierto temor                                                                  que lo que queda fuera de su propuesta de filología ecoló-


         por “contaminar lo lingüístico con lo mundano, lo estéti-                                                               gica serían entonces los análisis críticos e interseccionales

         co con lo ético, el arte literario con la realidad social, eco-                                                         sobre el género, la raza, la clase, el extractivismo, el consu-

         nómica y política” (427). Al mismo tiempo considera que                                                                 mo de energías y el sistema de producción, categorías que

         la polarización temática —“el buen salvaje frente a la per-                                                             trasladan al debate las condiciones materiales e identida-


         versa cultura, la civilización frente a la barbarie, el antro-                                                          des de quienes habitan este planeta.





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                Revist a  de  al ce s XXI                                                                                                                                                     Número  7 , 2025
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