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otrificado y acentúa los rasgos más antagónicos, peligrosos tecno-socio-económico de un proyecto de sistema-mundo
o fallidos con respecto al considerado como propio. Como agotado. Nuestro objetivo, pues, reside en enriquecer el de-
responsables de edición del presente monográfico, nos ani- bate que se está formulando dentro del hispanismo.
mamos a escribir una réplica al ensayo “Nostalgia de futuro” Desde nuestra perspectiva, nos resulta problemático un
de José Manuel Marrero Henríquez con el fin de visibilizar aparato crítico-teórico que blande la insignia de la acción
presupuestos y metas divergentes, esperando que contribu- “ecológica”, “verde” o “sostenible” sin plantearse los térmi-
ya a una superación de posibles malentendidos y a estable- nos que lo vertebran, como si estos fueran valores o con-
cer acercamientos entre las corrientes tratadas. No podemos ceptos universales en vez de productos o herramientas con-
ocultar que la consideración del artículo para incluirlo ge- ceptuales provenientes de culturas, historias e ideologías
neró un debate interno, similar al que posiblemente ocurra específicas. Como pensadoras y lectoras del siglo XXI, nos
en otros círculos. Con esto en mente, pensamos que el artí- resulta necesario atender a cuestiones críticas como qué
culo referido nos invita a emprender una conversación pú- promueven estos conceptos/valores, desde qué estructuras
blica, que esperamos que se mantenga como un fecundo in- se propagan y a quiénes benefician. Para una referencia so-
tercambio de puntos de vista. mera sobre dichos términos, las lectoras pueden encontrar
de interés las entradas “Desarrollo sostenible” (312-315) y
Caracterización de la Filología Ecologista “Eco” (315-316) en nuestro glosario. Como ciencia reco-
Ya dijimos en la introducción que encontramos de gran va- nocida por el Estado y sus instituciones, la ecología tiene
lía la visión pedagógica del artículo de Marrero, al proponer apenas un siglo y medio de edad. ¿Desde qué perspectiva
“ejemplos de lecturas canónicas con potencial ecopedagógi- entendemos, entonces, los valores “ecológicos” observables
co, desde Cervantes a la poesía social de los 50, así como de en los textos una vez que tenemos en cuenta que los oríge-
iniciativas de escritura creativa y acción social o de apren- nes de esta ciencia están arraigados a la historia nacional de
dizaje-servicio” (49-50). Sin embargo, también vale la pena expansión, control y expolio colonial? De la misma mane-
considerar hasta qué punto el mejor modo para cambiar de ra, el prefijo “eco-” pone de manifiesto la ascendencia oc-
paradigma consiste precisamente en reflotar los armazones cidental de la ecopedagogía y la ecocrítica. Desatender que
de la razón ilustrada y el canon literario antropocéntrico, estos contextos fundacionales están enclavados en el extrac-
de notable carácter elitista. En nuestra opinión, este apara- tivismo y no cuestionarse los supuestos básicos que los ver-
to programático sustenta primordialmente una genealogía tebran, normaliza un entramado ideológico que invisibiliza
epistemicida y ecocida que reproduce y mantiene incuestio- una variedad de vocabularios e historias. Por ello, a nuestro
nados, por un lado, los universales como argumento ético-fi- modo de ver, las versiones más fructíferas de estos campos
losófico eurocéntrico y, por otro, el progreso como modelo de pensamiento son las que reconocen orgánicamente la
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Revist a de al ce s XXI Número 7 , 2025

