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participación de otros sujetos que así lo perciban y un contexto rés entre la crítica; y que el escaso que encontremos aborde
social que favorezca esa percepción. (18) el trabajo de Sánchez desde supuestos más bien poco hala-
güeños. Me refiero no solo a revistas como las digitales Fil-
En principio, pues, si consideramos la estética de la recep- maffinity, Cinetransit, Critacalia, o la clásica Fotogramas
ción tal y como la delinea Jauss, entre el horizonte de expec- (además de a la prensa diaria o semanal en sus secciones de
tativas (lo que una obra propone o poiesis) y el horizonte de cultura), sino también y en particular a una crítica acadé-
experiencias (el que aporta cada ‘lector’ o aisthesis), ¿hasta mica para la que la película pareciera ser en particular coto
qué punto se resiente la catarsis (entendida como la sinap- vedado. Qué duda cabe que esta aparente desgana crítica
sis entre poiesis y aistheis); es decir, no parece que la distan- se sostiene fundamental y precisamente, al menos en parte,
cia entre lo propuesto y lo entendido tire en ocasiones por en una conceptualización de género (o de sub-género) poco
caminos en exceso divergentes? Traigo a colación para res- generosa con la comedia desde tiempos clásicos. En efec-
ponder a esta retórica pregunta lo dicho por nuestros prota- to, cierto deje esperpéntico (aunque lo deforme sea lo real
gonistas en una entrevista que el cómico Goyo Jiménez les y no su reflejo) y una actuación tendente a lo pantomímico
hacía, en mayo del 2021, en el programa de TVE “Un país (canis, pijos, hippies, empollones raritos… crean la másca-
para reírlo”. En cierto momento de la distendida conversa- ra) valen para justificar esa falta. En cualquier caso, me pa-
ción que mantienen desde “otro eMe” (el hotel que queda rece pertinente echar mano del parecer de Torrente Balles-
frente a la Giralda, en la calle Alemanes), se sorprendían los ter sobre el teatro de Jardiel Poncela, para advertir que no
protagonistas de dicha recepción cómica, diciendo: “Y es se ha de confundir humor y comicidad, puesto que, aun-
verdad que no pensábamos que estuviéramos haciendo co- que el humor aglutine algo de comicidad, también se sir-
media”; ante lo que Goyo concuerda, indicando que se tra- ve del “sentimiento y amargura”, siendo una expresión de
ta más bien de “(u)n retrato social”, lo que a su vez lleva al una “actitud hacia la vida”. Decía Torrente asimismo que
Culebra a apostillar “Un drama social, chunguísimo”. el verdadero humorista debe ser ambiguo, como bien pare-
Pero lo cierto es que, aunque contexto y propuesta no an- cen serlo er Cabesa y er Culebra a tenor de las apreciaciones
den lejos ni de lo que León de Aranoa propone en su obra tan escasas y divergentes que encontramos entre las pocas
ni de la crítica social vertida por el conjunto de directores que estudian su cine. Por esto mismo, conviene aquilatar
agrupados por Cameron, para el gran público prevalece la con cuidado el alcance de una condición cómica que lo-
vis cómica por sobre el drama. Quizás sea esto algo no espe- gra transformar ese drama social en algo divertido, pero sin
cialmente reseñable, dado el aspaviento con el que Sánchez nunca obviar lo triste de la empresa. A tal efecto, valga por
y López declaman a cara descubierta. Más extraño parece el igual la aplicación de estas palabras del estudio que Stott
que ese espíritu de farsa no haya deparado un mayor inte- efectúa sobre este particular; en concreto, sobre una sátira
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024